Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Sunday, February 28, 2010

¿Por sus intenciones los conoceréis?

Al disponerme a analizar los argumentos que típicamente ofrece quien propone un sistema o grupo religioso, dogmático, fundamentalista, paternalista —incluyendo los míos propios de una etapa personal anterior— no deja de asombrarme la presencia de sus buenas intenciones. Suelen estar por completo persuadidos de su bondad y del gran beneficio que recibe quien adopte sus argumentos dogmáticamente. Si sólo consideráramos esas “inmaculadas” intenciones entonces necesariamente deberíamos también aceptar que las atrocidades cometidas durante la colonización española sobre el pueblo prehispánico en México también gozan de semejante bondad y sus beneficios fueron evidentes para ese pueblo de entonces y también se han hecho patentes a lo largo de los siglos en el devenir de dicho pueblo. ¿Es el caso?

Lo curioso es que los de talante conservador se asombren al enterarse que sus ideas y sus acciones son analizadas críticamente y no resulten igualmente apreciadas como ellos aprecian sus propias intenciones. Por supuesto, el análisis frecuentemente también abarca preguntas como ¿Qué es lo que obtienen por lo cual buscan con ahínco mantener las cosas así como están? ¿Por qué consideran que todo está muy bien y por tanto no es necesario cambiar nada? ¿Por qué sólo los cambios que benefician su conservadurismo resultan ser los que se realizan?

Friday, February 26, 2010

¿La Iglesia de Cristo es la única Iglesia verdadera?

“¡Excelente pregunta! ¡Celebro, enfáticamente, la actitud de hacer preguntas!

Las preguntas de cualquier tipo son como semillas que cuando las nutrimos pueden llegar a darnos muchos frutos, en forma de hallazgos, con los cuales podemos mejorar nuestras creencias y nuestro estado de conciencia en general —y en consecuencia, nuestra conducta —.

El énfasis lo quiero poner en la actitud de buscar, de preguntar. Mantener esa actitud es importante si de buscar la verdad se trata. El tropezón ocurre cuando dejamos de preguntar, de indagar, y nos quedamos estáticos con una sola respuesta.

Ahora, en relación a la pregunta concreta, también es una interrogante que he tratado de nutrir a lo largo de los años. Mi búsqueda me ha llevado a entender que la respuesta no se puede expresar de forma simple, pues tal respuesta no estaría a la altura de la pregunta, es decir, a tal pregunta no le corresponde una respuesta que se pueda expresar en unas pocas líneas y pretender que dicha respuesta satisfaga el inmenso contenido implicado en la pregunta.

Claro que he tratado de responder a dicha pregunta, muchas veces, pero las respuestas (algunas como las que se han presentado en este foro) se quedan muy cortas y muchas no se sustentan después de un examen crítico sostenido, por lo que mi búsqueda continúa.

He aprendido, por medio de estudiar filosofía básica, que el tipo de respuestas a preguntas tan grandotas, como la que nos ocupa en esta ocasión, tienen una característica conocida como ‘vista de conjunto’. Ésta se logra después de años de reflexión sobre el contenido implicado en la pregunta, y nunca se llega a una sola perspectiva válida, sino que las diversas perspectivas tendrán grados de validez, dependiendo de lo sólido de la argumentación correspondiente.

Como nadie puede pensar a cuenta de otro, corresponde a los individuos buscar su preparación personal, primero, para luego emprender la formación de tu vista de conjunto del asunto, para ir completando la película completa, la cual no tiene fin.

Dependiendo de tu estilo de aprendizaje y de cómo mejoras tus creencias, estarías en mejor posición para avanzar en esa búsqueda.”

¿Qué significa crecer espiritualmente?

La pregunta que pretende abordar este estudio es amplia, de las más amplias en la vida, por lo que necesariamente el estudio estará incompleto. La abordaré por medio de reflexiones generales que aportarían a una vista de conjunto que eventualmente emergerá.

I. El Evangelio y lo peor de la sociedad

II. ¿Quién detiene tu crecimiento interno?

III. El conserje de la percepción

IV. Urgente e importante: seguidor acrítico

V. La devoción

VI. Niveles de analfabetismo

VII. ¿A qué grado llega mi ignorancia?

VIII. ¿Qué es crecer espiritualmente?


Sección segunda: Reflexiones sobre mi recorrido propio:

El Evangelio y lo peor de la sociedad

Estoy reflexionando sobre las expectativas de vida tan, pero tan altas que alguien necesita tener actualmente si pretende proclamarse como un seguidor de Jesús, El Cristo.

Sabemos que una parte del Evangelio nos evoca la idea que quien está principalmente invitado a participar son los que reconocen su estado interior como lo peor de la sociedad, la peor calaña, las lacras indeseables, es decir los “...pobres, inválidos, cojos, ciegos, enfermos, ...” en su interior. Claro que esto parece no tener nada que ver con clases sociales ni condición física sino con el estado interno de las personas.

Como muchas de las ideas en el Evangelio, vemos que se trata de patrones de conducta, es decir, comportamientos recurrentes, que no dejan de ocurrir en la vida de un cristiano. No se trata de sucesos que ocurren una sola vez y eso es todo. Así, el cambio de mentalidad (arrepentimiento), el aceptar los errores, el perdonar los errores de los demás, la conversión misma, son cosas que se espera un cristiano viva y busque habitualmente, como algo asimilado, como parte de su ser.

En el tema de reconocer, hay tantas áreas en la vida de una persona donde puede buscar reconocer algo, por ejemplo mi caso, reconozco que soy muy ignorante, puedo dar cuentas realmente de muy pocas cosas en la vida. En un paso posterior a reconocer esto, decidí que sólo opinaría de algo que realmente conociera, no sólo que creyera fuera el caso, sino que realmente tuviera una opinión debidamente formada. Me sorprendió que, en consecuencia, ¡tenía que permanecer mudo en casi cualquier conversación cotidiana! —y según yo soy una persona madura y adulta, por lo que me di cuenta que esto último no es en realidad el caso—.

Por lo que me di a la tarea de indagar. No me esperaba lo que encontré en mis hallazgos. Pero, después de revisar varias veces la decisión, con mucho gusto me he dedicado a estudiar filosofía básica. El recorrido ha sido inconmensurablemente enriquecedor para mí, sobre todo porque he mejorado en mi capacidad para darme cuenta y reconocer lo que resta de indeseable —y resta muchísimo— en mi ser interior.

Una parte del porqué filosofía lo he publicado en la siguiente página: ¿Por qué ahora filosofía?

Thursday, February 25, 2010

Introspecciones religiosas – Parte I

Pretendo ahora atender una serie de preguntas frecuentes las cuales reclaman una respuesta breve. En cada caso, la respuesta más completa la pospongo para una mejor ocasión.

I. ¿Cómo es que ahora pienso de forma tan diferente que hace veinte años en relación al cristianismo?

La gloriosa idea de cristianismo a la que con tanto fervor y compromiso me aferré hace veinte años incluye dos directrices importantes: (1) cada individuo tiene el derecho y la obligación de estudiar con profundidad la Biblia y, (2) el buscar seguir a Jesús, El Cristo, tiene preponderancia sobre cualquier otra cosa.

Durante los primeros siete años, más o menos, dirigí toda mi energía en tratar de absorber cual esponja lo más posible de quienes reconocía como maestros indiscutibles, dignos de imitarse. Durante este periodo acumulé toda la enseñanza y vivencia que logré poner a mi alcance. Surgieron dudas, sí, pero su atención quedó pospuesta pues mi prioridad en ese tiempo era lograr constatar cómo, en concreto, mis maestros, a quien tanto admiraba, ponían en la práctica aquellas dos directrices mencionadas. Un patente fundamentalismo fue la señal indiscutible de este periodo. El cual suelo comparar con el periodo de mi infancia física, colmado de felicidad y abrigado por brazos cariñosos. La tutela mental, auto-infligida en esta ocasión, también estaba presente.

Posterior a ese periodo distingo otro periodo en mi vida interior, ocurrido durante los siguientes doce años —más o menos—. Al inicio del cual empecé a buscar un siguiente nivel de profundidad en las mismas dos directrices mencionadas. Empecé poniendo atención a los temas que habían quedado pospuestos en el periodo anterior. Una desconcertante monotonía, en mi interior así como a mi alrededor, jugó también parte importante en la búsqueda por más profundidad. Estaba buscando explicarme el cúmulo de vivencias y enseñanzas del periodo anterior en un contexto amplio donde los cabos sueltos encontraran su lugar y su razón de ser. Reconocí que me faltaba mucha preparación, carecía de algún tipo de desarrollo del cual ni siquiera sabía cómo podría llamarse. Experimenté un amargo trago de realidad al contemplar, y luego al reconocer, el inmenso y grotesco tamaño de mi ignorancia; sumando la imagen del ridículo repetidor mecánico de ideas de otros, cual perico, en que me había convertido.

Por esa época mi ritmo de lectura empezó a mantenerse en dos libros por mes, sin contar el material que estudiaba debido a mi profesión. Al tratar de abrirme paso a través del Nuevo Testamento en griego, la hermenéutica y exégesis, la soteriología y los grandes pensadores cristianos, reconocí que ese siguiente nivel de profundidad buscado estaba más allá de mi alcance pues no lograba conciliar las piezas para alcanzar una explicación coherente de mis observaciones pasadas y presentes. Ejemplos: ¿cómo conciliar mi visión de un dios amoroso y compasivo del Nuevo Testamento con las atrocidades contra niñas inocentes que supuestamente el mismo dios ordenó en el Antiguo Testamento? ¿Realmente está justificada una jerarquía para la organización en la iglesia, y en tal caso, se sostiene dicha justificación en mi época? Si la iglesia y el reino de Dios son uno y lo mismo ¿por qué se siente como que el poder reside no en Dios sino exclusivamente en el liderazgo? —del cual empezaba a observar su enorme subjetividad aun en conceptos básicos: “así son las cosas en la administración de Fulano, y son diferentes que en la administración de Zutano”, donde Fulano y Zutano eran los nombres de diferentes líderes en funciones—. Era frecuente quedar perplejo al escuchar enfáticas aseveraciones cargadas de intransigencia e ignorancia desde el púlpito, contra la Ciencia, contra el Humanismo en general, contra todo lo que no se entendía. Por mencionar un ejemplo atroz: “Bertrand Russell y esos filósofos tuvieron un vida vacía” ¿Por qué se avalaba y se promovía dicho comportamiento?

Mis observaciones recurrentes durante dicho periodo, por más que me esforcé durante esos doce años, impedían que reconciliara mi conducta, y la conducta que observaba a mi alrededor, con las dos directrices mencionadas y que para mí eran las más importantes. La atención estaba centrada en otras cosas, pero no en la reflexión acerca de las supuestas directrices. En respuesta a mis preguntas al tratar de discutir el asunto, tan sólo recibía lo que llamábamos ultimátum. Lo cual no representó un problema insuperable para mí, tan sólo se añadió al conjunto de razones por las que opinaba que, como iglesia, estábamos muy lejos de lo que promulgábamos ser. Otra posible explicación planteaba que lo que proclamábamos ser nunca contó en realidad con el supuesto sustento bíblico, es decir, que en el cristianismo primitivo nunca existió una forma sostenida de vida en iglesia —como luego confirmé en mis investigaciones histórico-teológicas—. La imagen tan gloriosa de la iglesia por la cual estaba dispuesto a derramar hasta la última gota de mi sangre, se tornaba más y más en una imagen más parecida a la imagen que evoca la bacinica en que se han convertido muchos sistemas políticos de Estado, secular o eclesiástico, en la Historia: cínico y corrupto. Desgarradoramente, para alguien con un estado mental infantil, me vi en la necesidad de aceptar tal idea.

Durante el periodo subsiguiente a ese de doce años de duración, mi vista de conjunto del cristianismo empieza a emerger —es el periodo en el que me encuentro actualmente— como resultado de buscar el sentido de lo que observé y experimenté en el pasado y en mi presente. Donde los cabos sueltos empiezan a atarse y puedo tratar de explicarme el porqué de los patrones recurrentes de conducta degenerativa en el ser humano. Tengo planeado articular mis reflexiones y conclusiones provisionales acerca de mi recorrido hasta la época presente. Así como prepararme para abordar proyectos filosóficos personales en el futuro.

Por lo que han generado en mi persona aquellas dos directrices iniciales podría decir que el saldo total a la fecha es positivo, si no fuese por esa sensación de haber perdido el tiempo en mis propias torpezas y necedades debido a no entender, más temprano en mi vida, qué es el pensamiento crítico.

El cristianismo, como lo voy entendiendo hoy en día, definitivamente no es lo mismo que entendí hace veinte años. No creo que alguien piense, honestamente, que yo pudiera haber vivido tantos años empeñado en conocer y reflexionar sobre lo que me interesaba a más no poder, y al mismo tiempo mantener la misma percepción dogmática e infantil del principio.

II. ¿Cómo pudo llegar a cambiar aquel compromiso personal de fidelidad a las enseñanzas bíblicas que recibí originalmente y que tan seriamente tomé al principio?

En realidad lo que mejor puede describir mi estado de conciencia y conducta durante mis primeros años en la iglesia es un estado de enajenación y fanatismo. Es irónico que ahora reconozca esto pues era precisamente lo que por algún tiempo me temía fuese el caso. Pero, habiéndolo reconocido plenamente, con todas sus implicaciones, ahora puedo hacer a un lado mis miedos y disponerme a ir en pos de lo valioso del cristianismo, por lo que realmente me han interesado las enseñanzas de Jesús, El Cristo.

Entonces, en realidad lo que ha cambiado es mi entendimiento del objeto y sujeto de mi compromiso. En otras palabras, es ahora realmente cuando estoy empezando a entender el cristianismo, lo anterior me sirvió para reconocer lo que no es el cristianismo. El discipulado jerárquico absolutista, la obediencia ciega al liderazgo poniendo en segundo plano mi persona, y otras atrocidades por el estilo, son rasgos de mi propia estupidez y estado de enajenación.

III. ¿Qué sigue ahora?

Lo que es propio del ser humano cuando se equivoca: aprender y seguir adelante. Claro que tal aprendizaje implica analizar cuál fue el error, desde dónde proviene —aquí los sistemas escolarizados y religiosos de la infancia aportan responsabilidad—, en qué consiste lo realmente importante y tratar de no cometer el mismo error, sino otros para seguir aprendiendo:

En plena recuperación

Escolarización y educación

Wednesday, February 24, 2010

La realidad y el dogmatismo

A lo largo de un seminario de introducción a la filosofía, he contemplado la posibilidad de que ideas como verdad o realidad, no sean ideas simples, cuyo contenido pueda entenderse en su totalidad sin complicaciones ni dificultades. Pues son ideas muy “grandes”, que tienen un aspecto emergente por el cual se puede decir que se requiere toda una vida para siquiera empezar a entenderlas.

Pensando en analogías, no podemos decir que ese tipo de ideas sean como lugares, con una extensión y localidad estáticas, fijas, inamovibles. Hay otra ilustración que nos evoca más rasgos y arroja más luz sobre lo que trata ese tipo de ideas: larguísimos caminos aún no recorridos, donde siempre habrá una perplejidad por lo que viene a continuación, después de la siguiente curva, sobre dicho camino.

La ilustración del camino también arroja luz sobre el significado de estar en contacto con la realidad y la verdad: la actitud por emprender la marcha, constantemente, sobre dicho camino. Ir de un lugar a otro sin establecer una residencia fija, en cada mudanza llevando consigo tan sólo lo necesario, es decir, nuestro ser resultado del recorrido hasta ese punto. Si crees que esto significa cambiar de opinión a cada rato, pues sí, justamente eso significa. Pero aquí estamos hablando de una mejora de la mentalidad, no de inestabilidad o indecisión. Estamos hablando de cambios en el estado de conciencia que son justificados por lo que vamos encontrando en el camino, no del cambio por el cambio mismo.

Para ilustrar la idea podemos contrastarla con una posición opuesta: el dogmatismo a ultranza, y en particular el dogmatismo religioso, donde no se espera y es muy mal visto que se cuestionen las ideas establecidas. El dogmatismo —así como su hermano gemelo, el paternalismo— no es algo de lo que los seres humanos podamos ufanarnos, por el contrario, si consideramos sus consecuencias entonces podemos clasificarlo entre las peores atrocidades perpetradas en contra del prójimo cuando impide su desarrollo como persona.

Una manifestación del dogmatismo es establecerse con una residencia fija en nuestro recorrido por la realidad. Es decir, cimentar la mentalidad sobre un conjunto fijo e inamovible de creencias. Esto se puede observar muy frecuentemente en círculos religiosos, más acentuadamente en los círculos religiosos del monoteísmo —a saber, cristianismo, islamismo y judaísmo—. Cabe la pregunta y considerando el patrón de aciertos en el historial humano: ¿qué es más probable, que Dios evoque un carácter psicótico y perverso o que el ser humano simplemente ha entendido todo al revés y, por tanto, la existencia de grupos religiosos no se justifica?

Por mi parte, veo que tratar de ser un nómada mental es lo más sensato y cuerdo por hacer si quiero estar en contacto con la realidad.

Estoy preparando una breve nota donde reflexiono sobre los hitos generales de mi recorrido en tanto mi vida interior, y ha sido interesante ubicarme en mis diferentes moradas mentales a lo largo de mi caminar y observar desde ahí la evolución de mis opiniones. Hubo una etapa donde fui un inquisidor moderno militante, y ahora veo, con una mezcla de compasión y vergüenza, al yo mismo de entonces y la opinión que sostenía contra mis ideas y perspectivas de ahora. La razón del sentimiento mezclado es que en mi mundo actual sí hay espacio, sí hay cabida para el yo de antaño, como ser humano; pero también sé que en el mundo de ese yo de antaño no hay espacio para mi yo de ahora. Cabe preguntar ¿cuál posición evoca más a Jesús, El Cristo? ¿Cuál representa una mayor aportación a la búsqueda por la verdad: el dogmatismo o el pensamiento crítico?

Tuesday, February 23, 2010

Apologética o persuasión por propaganda

Llegó a mi atención este material en Internet, de cuyo trasfondo creí tener familiaridad. ¿Cómo saber si se trata de algo valioso o algo inútil? ¿Cómo saber si vale la pena ponerle atención o mejor usar el tiempo en algo de mayor provecho? Por supuesto, ya que estoy haciendo públicos estos pensamientos, y otro ser humano podría llegar a leerlos, no voy a publicar también mis respuestas a tales preguntas pues asumo que dicho ser humano puede llegar a sus propias conclusiones por sí mismo —sin mencionar que no he formado mis respuestas todavía—. Prefiero ahora tan sólo proponer esas preguntas, prefiero proponer la duda en general, y con mayor particularidad, la duda sistemática, en lugar de hacer propaganda de algo que no lo amerita (con lo que veremos más adelante ¿qué podría ameritar hacer propaganda?). Pues, dadas las evidencias —por sus hechos— del mundo religioso desde siempre, observo que el efecto de sus buenas intenciones se degrada rápidamente al buscar como público una audiencia acrítica. Por lo que una posición filosófica básica, aplicando nuestra facultad crítica, es indispensable para formar una vista de conjunto del asunto, analizando las razones y conclusiones presentadas, así como las intenciones y sus consecuencias.

Además, se hacen relevantes también preguntas como: ¿cuál es la consecuencia de presentar temas como apologética a una audiencia acrítica —público que carece de sentido crítico desarrollado—? ¿Ese material de introducción a la apologética promueve menos intransigencia en el mundo o más? ¿Ayudará este material a que haya más personas con las que se pueda transigir? Más aún, el material asume un objetivo supremo: que cada persona en el mundo llegue a ser un cristiano fundamentalista. ¿No es eso catolicismo? ¿Qué luz obtenemos al estudiar la Historia al respecto? Además, para tomar como supremo dicho objetivo tendría que contar con la claridad que justifique su apología. Pero, contemplando a un Dios infinito, creador del Universo —o Multiverso— ¿tan sólo hay que hacer apología del cristianismo de masas? ¿De quién o qué hay que hacer apología en conexión con la realidad completa? ¿Es necesario hacer apología a la realidad o la realidad se impone por sí misma y no necesita apologética —lo que necesitamos hacer es observarla y estudiarla— ?

En la Historia del ser humano, vemos que ha habido una diversidad de métodos para persuadir a los demás para que acepten tal o cual idea. Durante la Edad Media, los bien intencionados inquisidores, usando la coerción, lograron persuadir a muchas de sus víctimas a fuerza de tortura física y psicológica. En la actualidad, se puede constatar todavía la tortura psicológica que utilizan los grupos religiosos al explotar el miedo a lo desconocido en todos los que se dejan (habría que pensar si los que se dejan les queda, de hecho, alguna opción al tratarse de inermes infantes, sin sentido crítico desarrollado).

También hoy en día se utiliza mucho otro tipo de persuasión —típicamente por las formas de Estado, ya sea secular, corporativo, o eclesiástico— con consecuencias de perversidad similar, es el modelo de propaganda. Este modelo tiene apariencia de persuasión por argumentos, es decir, por raciocinios, pues presenta conclusiones, razones y evidencias, pero los propagandistas no tienen ningún interés en analizar si sus razones son sólidas, sólo les importa que funcionen, usualmente por medio de explotar las emociones de su audiencia. Ni les importa qué es lo que otros piensen, excepto para saber cuáles creencias tienen que vencer o rechazar. No conceden ninguna importancia a la posibilidad de que otro punto de vista pudiera ayudarles a mejorar o cambiar el suyo.

Éste último método de persuasión mencionado, la propaganda, difiere de la persuasión por argumentos, principalmente, porque en la práctica honesta de la argumentación uno se mantiene abierto a la posibilidad de que las conclusiones y razones opuestas pudieran hacer cambiar el punto de vista de uno. Es decir, uno no inicia ni se mantiene con la creencia fundamentalista de que es poseedor indiscutible de la verdad absoluta.

Por mi parte, lo que encuentro sobre el terreno, sin importar lo que suponga el mapa, es que soy un completo ignorante. Antes de llegar a temas tan avanzados —como la apologética evangélica—, y prefiriendo otra manera de persuadir a mi mismo diferente a la propaganda, he optado por seguir un camino largo, donde poco a poco, me parece, iré conociendo de qué se trata esto que llamamos vida humana en el planeta Tierra y, por supuesto, planteándome las preguntas acerca de Dios.

Friday, February 19, 2010

Inquisidores modernos

Tal vez hoy en día no vemos con frecuencia que alguien sea quemado en una hoguera, con leña verde y abrasador fuego, por hereje o subversivo, por no alinearse con lo establecido y aceptado por los inquisidores de la época. Pero no se requiere observar tan perverso acto ejecutado en una plaza pública para saber que se sigue condenando, en la mente, con irrevocable juicio, a las personas que no piensan como nosotros, o son diferentes a nosotros, o no entendemos sus ideas o comportamiento. A estos les corresponde ser ejecutados en el patíbulo del prejuicio, que sigue vigente y en completas funciones hoy en día, en nuestra supuesta sociedad civilizada y muy religiosa. Ahí, en la mente, las sentencias son ejecutadas inexorablemente, con inmediatez al grotesco e ignorante juicio sobre aquellos que se atreven a pensar o ser diferentes a lo que es "tan natural", esos atrevidos son achicharrados junto con sus insolentes dudas, ingenuas preguntas o arrogantes opiniones, en completa impunidad en el dominio de una mente altanera, analfabeta e intolerante.

Un caso irónico y despreciable es el de aquel que contando con tan sombría práctica mental, al mismo tiempo mantenga de sí mismo una altísima valoración moral ¡Con semejante tormento instalado en el centro de su mente! ¿Qué opinión merece quien abusando de tener voz, en algún medio de comunicación, o por alguna posición de “liderazgo”, o haciendo un vergonzoso abuso del púlpito, promulga sus prejuicios como si se tratara de algo sublime? ¿Qué diferencia tiene con el inquisidor y verdugo del pasado, quien condenaba y ejecutaba en la hoguera, para sufrir en tormento hasta la muerte, a quien se atreviera a ser diferente? La misma actitud cobarde y de muy escasa facultad mental ha ocurrido entre pseudolíderes de todas las épocas, por ejemplo, los líderes religiosos de los primeros siglos del cristianismo quienes avalaron y propagaron ideas contra las mujeres, ideas que incluso afectaron la transmisión textual de los manuscritos nuevo-testamentarios; o quienes aceptan y divulgan la idea estúpida de que la gente de raza negra es inferior pues Dios es, según ellos, de raza blanca; o cualquier otra idea necia cuya consecuencia directa es exponer al escarnio público a toda persona o grupo que ante sus ojos sea “anormal”.

Hay quien ya ha abolido tan retorcida práctica mental, y busca desde la perplejidad, por medio de la filosofía, contemplar su verdadera posición en el panorama de la realidad; en pos de lecciones de cordura, tolerancia, y alegría racional. Sin embargo, no está exento de recibir a cambio el trato propio que merecen los herejes y sacrílegos, la exclusión, la intransigencia, por parte de los inquisidores modernos al éstos percibir que aquellos no avalan sus depravadas prácticas metales.

El temor debido a los mitos de diablos y dioses neuróticos, de espíritus psicóticos y deidades caprichosas, no se sustenta ante la luz de un examen crítico sostenido. Pero el temor a la ignorancia, al prejuicio y a la intolerancia, ciertamente tiene mucha evidencia sobre la cual sustentarse.

Trágico —por si fuera poco— es que quien suele ser un inquisidor mental también suele ser un analfabeto filosófico el cual no tiene capacidad de entender la diferencia entre respeto y tolerancia.

Labels:

Urgente e importante: seguidor acrítico

Para todo aquel interesado, realmente interesado, en conocer acerca de Jesús, El Cristo: por favor ten en cuenta que las condiciones en las que permanecen las fuentes para fundamentar ese potencial conocimiento son tales que no se justifica, hoy en día, una creencia simple, desinformada o prejuiciosa, si de personas adultas estamos hablando. Las cosas están dadas tal que está implícita la necesidad de que el interesado busque un desarrollo intelectual tal que pueda ser capaz de formarse y comprender una vista de conjunto del cristianismo, sobre la cual pueda basar sus conclusiones. Las cuales siempre estarán sujetas de ser mejoradas, siempre dispuesto a mejorar tus creencias, siempre abierto a cambiar de opinión cuando la evidencia de los argumentos así lo justifique. Siempre empeñado en la búsqueda incesante de la verdad. El día que te detengas, al aceptar que has encontrado la verdad, ese día tropezarías con la misma piedra con la que han tropezado los sistemas religiosos y devocionales en la Historia de la humanidad.

Además, te invito a que cotejes la relación entre una de las ideas centrales del mensaje nuevo-testamentario, el arrepentimiento —el cambio de opinión, la mejora continua de la mentalidad— contrastándola con el sentido último de la educación, el pensamiento crítico —muy diferente a la falsa educación muy diseminada hoy en día en diversas formas de escolarización o adoctrinamiento— y podrás encontrar argumentos sólidos sobre los cuales sustentar que el mensaje cristiano supone no sólo una conversión interior única, sino una sucesión de muchas y continuas conversiones a lo largo de toda la vida, tal y como se consigue al adoptar de continuo la práctica del ejercicio filosófico.

Por favor constata que ser un seguidor acrítico de lo que viene de la autoridad —en particular de las figuras jerárquicas o cualquiera que diga tener "la" verdad— te lleva a degenerarte rápidamente en justamente lo contrario a la intención del mensaje original. Por favor corrobora que las ideas de Jesús, El Cristo, después de analizar su devenir histórico por medio del método histórico-crítico de estudio bíblico —y no sólo por el método devocional—, corresponden a un contexto personal y no justifican ninguna forma de religión organizada o institucional. La evidencia está en las consecuencias a la larga para los individuos que siguen acríticamente las propuestas ultra-conservadoras y elitistas de los sistemas religiosos que, ante todo, buscan la conservación y el progreso de su partido confesional por encima del desarrollo completo de la persona como individuo. Las ideas de Jesús, El Cristo, nos hacen pensar que en la actualidad él mismo no se consideraría “cristiano”, según las acepciones que en los hechos ha confirmado tener el mundo religioso desde siempre. Las mejores ideas del cristianismo son más grandes que cualquier sistema religioso. Los sistemas religiosos no son dueños de Jesús, El Cristo, no les pertenece a ellos; el cristianismo le pertenece a los individuos.

Por lo que no es que los grupos religiosos controlen la membresía del cristianismo y que el público interesado en Jesucristo tenga que acatar sus caprichosas regulaciones y estatutos —supuestamente provenientes directamente de Dios—, por el contrario, son los individuos, estudiosos, críticos, concienzudos, quienes determinan si los grupos religiosos son de ayuda —cual meros asistentes— en el aprendizaje continuo que implica la empresa individual por buscar a Dios.

Por favor considera el estudio meticuloso de las sutiles y aparentemente muy bien intencionadas prácticas de adoctrinamiento que llevan a cabo diversos grupos religiosos. Por medio de las cuales buscan inculcar minuciosa y sistemáticamente un sistema de creencias en particular —que típicamente sólo beneficia a su partido confesional— con el objetivo de desalentar el pensamiento independiente y evitar que se acepten opiniones diferentes a las suyas. La expectativa para alguien interesado en Jesús, El Cristo, es mucho, mucho más alta que tan sólo permanecer en un estado de adoctrinamiento y de analfabetismo filosófico como el producido por el mundo religioso desde siempre.

Por favor busca una comunidad de indagación filosófica, que te sirva de asistente en tu propio esfuerzo por formar y lograr tu proyección de vida, para abrirte paso hacia el desarrollo de tus facultades, para entender qué es una vida virtuosa, y para que nadie explote tus miedos.

Monday, February 15, 2010

¿Para qué argumentar?

"Nuestras creencias determinan nuestro actuar. Una creencia es un juicio que consideramos cierto —con base en lo que vimos en la parte anterior de esta misma exposición— y cuando expresamos un juicio en forma oral o escrita lo llamamos proposición. Por ejemplo:

Un trabajo remunerado es indispensable para sobrevivir en la actualidad

Esta creencia representa una razón por la cual hacemos uso de nuestra voluntad para realizar labores remunerativas.

Si una creencia es una proposición que estimamos cierta, entonces un concepto antónimo es la negación, es decir, si al creer declaramos que una proposición es cierta, entonces al negar declaramos que una proposición es falsa. ¿Qué pasa si consideramos la negación de las creencias que rigen nuestra conducta? ¿Cómo se ve la vida desde esa perspectiva? ¿Qué obtenemos al considerar y analizar la negación de nuestras creencias? Ambas, creencia y negación, tienen necesariamente su lado opuesto. ¿Qué nos lleva a escoger una posición? ¿Por qué tendemos a pensar que nuestra posición personal es la más digna de adoptarse? ¿Somos más conducidos por la autocomplacencia o por la correspondencia con la realidad?

En cualquier caso, al mantener una creencia que gobierna nuestra vida —es decir, una creencia importante para nosotros— resulta igualmente importante responder, como mínimo, a la pregunta ¿De cuál raciocino es conclusión? Pues ahora sabemos que una creencia, al ser una proposición, puede ser a la vez la conclusión de un raciocinio; el cual será válido o inválido dependiendo de la ilación de sus premisas y de la verdad de las mismas. Al ser capaces de articular los argumentos que son las bases de nuestras creencias, estamos formando la justificación por la cual podemos o bien mantenerlas como directrices de nuestra vida, o bien mejorarlas para que nos generen nuevas condiciones de progreso personal, o bien desecharlas por falta de sustento —lo cual también puede ser una forma de progreso—.

Este último caso no implica forzosa ni automáticamente adoptar la negación correspondiente, pues eso sería igual a saltar demasiado rápido a conclusiones. Suspender un juicio, mientras se investiga a fondo el asunto, hasta que se cuente con las bases para justificarlo, es un rasgo —como hemos visto en sesiones pasadas— del ejercicio filosófico.

Así que ¿por qué usted cree, amable lector, lo que dice creer? ¿Cuáles son las bases que justifican sus creencias más importantes? ¿Son estas bases lo suficientemente sólidas como para mantener dichas creencias después de un examen crítico sostenido? Por supuesto, quien tiene el mayor interés en tomar en serio esta clase de preguntas sería usted mismo, aplicándolas a las creencias que, según usted, son las de mayor relevancia en su vida propia.

¿Para qué articular —ya sea de forma oral o escrita— nuestros razonamientos? Aun antes de considerar que será necesario hacerlo cuando queremos comunicarlos a alguien, en primer lugar sirve como un diálogo con uno mismo. Para una especie de debate interno, para investigar y descubrir la verdad o falsedad de nuestras creencias, para encontrar su justificación, para atinar una explicación de las mismas, para persuadirse o disuadirse uno mismo. Además, sirve para la búsqueda de buenas respuestas y soluciones a preguntas y problemas difíciles. Sin mencionar que entre más entendamos el proceso de expresar un raciocinio, más sólidamente podremos pensar acerca de su substancia."

Wednesday, February 03, 2010

Mi bajísima poesía

...Pues yo, aquí desde la ignorancia, feliz y ocupado, con la mirada en el horizonte de la sabiduría...

Algún día, me encantaría entender y disfrutar plenamente de la alta poesía.
Por supuesto, el anterior fragmento ni siquiera se puede llamar poesía, ni bajísima.

Labels: