Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Sunday, March 21, 2010

¿Quién detiene tu crecimiento interno?

¿Y si fueras tú mismo el principal responsable de que no logres mejorar tu espiritualidad? ¿Serás tú mismo quien pone el pie con el que tropiezas vez tras vez, y no te has dado cuenta? ¿Será posible, por otro lado, que el obstáculo principal sea algo fuera de ti, algo externo? ¿Cómo distinguir y darnos clara cuenta en cada caso?

Si contamos con un buen sentido de la vista, entonces decimos que no somos miopes, que podemos ver con toda claridad las cosas enfrente de nosotros. Pero ¿cómo saber si contamos con un buen sentido de la vista? Para algunos de nosotros —los que ahora usamos anteojos— nunca se nos ocurrió hacernos dicha pregunta, pues creíamos ver de manera “normal”. ¡¿Qué, acaso se puede ver diferente?! La respuesta llegó a través de una sorprendente experiencia, el día que vimos por primera vez a través de unos lentes graduados. Un mundo de detalles apareció de repente, un mundo que siempre estuvo ahí pero que pasaba desapercibido. Por un momento pudimos ser incrédulos pero la evidencia fue apabullante, era cierto: no contábamos con un buen sentido de la vista para darnos cuenta de todo lo que hay a nuestro alrededor, incluyendo los detalles de aquel rostro en el espejo.

¿Podría ser el caso para otros sentidos? ¿Estaremos dejando pasar como desapercibido algo importante de nuestro alrededor o de nosotros mismos? Para el caso de los cinco sentidos, está claro que sí podría darse el caso y para darnos cuenta de eso vamos a necesitar, principalmente, considerar la posibilidad que no seamos tan “normales” como creemos y aceptar el diagnóstico del médico correspondiente.

¿Cómo se relaciona esto con el crecimiento espiritual? Pues resulta ser que para darnos cuenta de más cosas no sólo necesitamos los cinco sentidos, con esos sólo percibimos lo físico por medio de la experiencia directa y sensible. De hecho, lo que podremos conocer por medio de la ventana de la experiencia directa, a lo largo de toda nuestra vida, representa una ventana muy pequeña comparada con lo que hay por conocer y que resulta muy importante. Por ejemplo, pocos de nosotros tendremos la oportunidad de comprobar directamente la existencia de gérmenes patógenos en nuestras propias manos, es decir, a simple vista nunca los hemos percibido moverse o dar señales de vida. No obstante, nos lavamos las manos antes de comer. ¿Por qué? Tal vez al principio simplemente repetimos mecánicamente lo que nos decían que hiciéramos. Luego, quizá porque vimos que otros lo hacían y queríamos sentirnos parte de determinado grupo social. En una etapa intelectualmente adulta, porque entendimos lo esencial del conocimiento confiable que aporta la ciencia médica y la biología. Entonces, cabe la pregunta, ¿hay otros sentidos con los que podamos percibir cada vez mejor lo que no captamos con los cinco sentidos, como lo espiritual?

Sí, hay un sentido que es inherente al ser humano y con el cual se puede mejorar en el conocimiento no sólo de sí mismo, como persona, sino también de la raza humana y de lo que es real a nuestro alrededor. Se trata de una manera particular de enfocar nuestro ser hacia lo que nos interesa o nos provoca curiosidad. Tiene rasgos muy bien definidos y tiene un nombre particular, se llama sentido crítico y es lo que distingue una auténtica vida adulta. No se trata de adultez en lo físico, sino de madurez interior. Se relaciona con siempre desarrollar ese estado interno que nos empuja a indagar a fondo el porqué de nuestras creencias y conductas, como individuos y como sociedad. Es aquello que, cuando se desarrolla, nos lleva a cuestionar nuestros pasos y nuestra visión de lo “normal”. Es esa inquietud por la cual ya no queremos hacer algo porque nos dijeron que así es, o para sentirnos parte de un grupo, sino porque necesitamos los detalles con los cuales confirmar las bases no sólo de nuestro actuar, sino también de nuestro pensar y, ultimadamente, de nuestro ser. Por último —y aquí está el rasgo principal del sentido crítico— se trata de estar dispuesto a abandonar todo aquello que no se confirme después de una detallada indagación.

Todos tenemos nuestra manera de ser, de actuar, y también nuestra manera de saber. ¿Cómo podrías verificar que esa manera tuya de vivir y de pensar no es la causa principal de tus propios problemas? ¿No tienes problemas? ¿Cómo lo sabes? ¿Cuándo fue la última vez que te cuestionaste? ¿Cómo puedes corroborar si tienes un buen sentido crítico? ¿Qué relación crees que tienen tus creencias con tu conducta? ¿Cuándo fue la última vez que mejoraste una de tus creencias?

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