Apologética o persuasión por propaganda
Llegó a mi atención este material en Internet, de cuyo trasfondo creí tener familiaridad. ¿Cómo saber si se trata de algo valioso o algo inútil? ¿Cómo saber si vale la pena ponerle atención o mejor usar el tiempo en algo de mayor provecho? Por supuesto, ya que estoy haciendo públicos estos pensamientos, y otro ser humano podría llegar a leerlos, no voy a publicar también mis respuestas a tales preguntas pues asumo que dicho ser humano puede llegar a sus propias conclusiones por sí mismo —sin mencionar que no he formado mis respuestas todavía—. Prefiero ahora tan sólo proponer esas preguntas, prefiero proponer la duda en general, y con mayor particularidad, la duda sistemática, en lugar de hacer propaganda de algo que no lo amerita (con lo que veremos más adelante ¿qué podría ameritar hacer propaganda?). Pues, dadas las evidencias —por sus hechos— del mundo religioso desde siempre, observo que el efecto de sus buenas intenciones se degrada rápidamente al buscar como público una audiencia acrítica. Por lo que una posición filosófica básica, aplicando nuestra facultad crítica, es indispensable para formar una vista de conjunto del asunto, analizando las razones y conclusiones presentadas, así como las intenciones y sus consecuencias.
Además, se hacen relevantes también preguntas como: ¿cuál es la consecuencia de presentar temas como apologética a una audiencia acrítica —público que carece de sentido crítico desarrollado—? ¿Ese material de introducción a la apologética promueve menos intransigencia en el mundo o más? ¿Ayudará este material a que haya más personas con las que se pueda transigir? Más aún, el material asume un objetivo supremo: que cada persona en el mundo llegue a ser un cristiano fundamentalista. ¿No es eso catolicismo? ¿Qué luz obtenemos al estudiar la Historia al respecto? Además, para tomar como supremo dicho objetivo tendría que contar con la claridad que justifique su apología. Pero, contemplando a un Dios infinito, creador del Universo —o Multiverso— ¿tan sólo hay que hacer apología del cristianismo de masas? ¿De quién o qué hay que hacer apología en conexión con la realidad completa? ¿Es necesario hacer apología a la realidad o la realidad se impone por sí misma y no necesita apologética —lo que necesitamos hacer es observarla y estudiarla— ?
En la Historia del ser humano, vemos que ha habido una diversidad de métodos para persuadir a los demás para que acepten tal o cual idea. Durante la Edad Media, los bien intencionados inquisidores, usando la coerción, lograron persuadir a muchas de sus víctimas a fuerza de tortura física y psicológica. En la actualidad, se puede constatar todavía la tortura psicológica que utilizan los grupos religiosos al explotar el miedo a lo desconocido en todos los que se dejan (habría que pensar si los que se dejan les queda, de hecho, alguna opción al tratarse de inermes infantes, sin sentido crítico desarrollado).
También hoy en día se utiliza mucho otro tipo de persuasión —típicamente por las formas de Estado, ya sea secular, corporativo, o eclesiástico— con consecuencias de perversidad similar, es el modelo de propaganda. Este modelo tiene apariencia de persuasión por argumentos, es decir, por raciocinios, pues presenta conclusiones, razones y evidencias, pero los propagandistas no tienen ningún interés en analizar si sus razones son sólidas, sólo les importa que funcionen, usualmente por medio de explotar las emociones de su audiencia. Ni les importa qué es lo que otros piensen, excepto para saber cuáles creencias tienen que vencer o rechazar. No conceden ninguna importancia a la posibilidad de que otro punto de vista pudiera ayudarles a mejorar o cambiar el suyo.
Éste último método de persuasión mencionado, la propaganda, difiere de la persuasión por argumentos, principalmente, porque en la práctica honesta de la argumentación uno se mantiene abierto a la posibilidad de que las conclusiones y razones opuestas pudieran hacer cambiar el punto de vista de uno. Es decir, uno no inicia ni se mantiene con la creencia fundamentalista de que es poseedor indiscutible de la verdad absoluta.
Por mi parte, lo que encuentro sobre el terreno, sin importar lo que suponga el mapa, es que soy un completo ignorante. Antes de llegar a temas tan avanzados —como la apologética evangélica—, y prefiriendo otra manera de persuadir a mi mismo diferente a la propaganda, he optado por seguir un camino largo, donde poco a poco, me parece, iré conociendo de qué se trata esto que llamamos vida humana en el planeta Tierra y, por supuesto, planteándome las preguntas acerca de Dios.
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