Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Monday, September 21, 2009

¿y qué?

Recién observé el siguiente video musical y me puse a reflexionar en lo que encontraba en mí en tanto lo veía y escuchaba. Lo repetí varias veces, y entre tanto, encontraba cada vez más cosas en mí. Cosas internas, ya sabes, emociones y pensamientos.

De mi interpretación inicial del video y de la letra, observé algo que me desagrada, y es el decir “¿y qué?” ante algo como la disolución de un matrimonio; asumo porque yo no soy eso, i.e. desdeñoso o despreciativo del estado matrimonial. Enfatizo que esa idea la encontré en mi interpretación inicial del video, y por tanto —como suele suceder cuando alguien contempla su opinión acerca de las expresiones artísticas— dice más acerca de mí que dice acerca del video (aunque también pienso que la actitud de la chica en el video tan sólo refleja cuánto en realidad le duele la resultante en su matrimonio, y por tanto su “¿y qué?” muy probablemente no es lo que de verdad sucede en su interior, claro).

Pero también hay algo que me agrada, y mucho, pero las primeras veces que vi el video no podía decir qué era, sólo lo sabía. Después de abstraer un poco las ideas subyacentes y derivarlas en otro ámbito, puedo ahora decir parte de la razón por la que me gusta mucho cierta actitud de la joven del video ante el rompimiento de una relación. Me explico.

Un matrimonio ocurre entre dos, así también una tutela se establece entre dos. Naturalmente, entre tutor e infante por edad; no así —no naturalmente— entre tutor e infante mental (adulto sin el sentido crítico desarrollado). Esta última tutela suele ocurrir artificialmente —es decir, forjada por alguien—, donde el objetivo es mantener y perpetuar una posición ventajosa del tutor por encima del desarrollo que daría al infante los medios para salir de tal situación. ¿Nos es esto, acaso, lo que ocurre entre una figura de autoridad en cualquier ámbito —político, religioso, deportivo, escolar, familiar, laboral, etcétera— cuando esta no permite, de ningún modo, que sus administrados cuestionen, discutan, debatan y refuten ampliamente cualquier aspecto que les atañe?

Para tal caso, para tan denigrante relación, cuyo rompimiento puede ser el acicate que empuje al infante mental hacia su adultez, es que me gusta el video musical referido. Colocando al infante mental en el lugar de esta joven, irreverente, desfachatado, gritando a su tutor mental: “¡No te necesito! ¡Estaré mejor sin ti! ¡Que te mantenga otro!”, seguro de contar consigo mismo para ser todo lo que pueda ser, diciendo “¿y qué?” ante la idea de no contar con el paternalismo encajoso y depravado que lo tiene sumido en la miseria interior:

Pink - So what

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