Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Friday, January 02, 2009

¿Por qué ahora filosofía?

Intentaré explicar brevemente una relación entre cristianismo y filosofía que ha resultado útil para mí, también señalaré la relevancia que esa relación tiene para alguien interesado en buscar a Dios hoy en día; como sólo puedo explicarlo en el contexto de mi propia experiencia, mencionaré un par de situaciones pasadas, para luego terminar con algunas conclusiones y una invitación para un seminario de filosofía.

Mi primer contacto con la Iglesia de Cristo en México fue en el año de 1988, pero no fue sino hasta 1990, dos años después, cuando empecé a estudiar la Biblia y entonces entendí el significado de la crucifixión de Jesús. Por eso, decidí en aquel tiempo ser bautizado como cristiano y empecé mi recorrido, siguiendo el rumbo de los agradecidos, buscando ser un aprendiz de Jesús.

Desde entonces, puedo describir mi recorrido como algo muy, muy intenso física, intelectual y emocionalmente. Lo cual es un efecto muy natural al, siendo yo un simple ser humano, empeñarme en buscar e intentar amar a Dios, quien es un ser infinito; además, al mismo tiempo exigí a mí mismo que acompañaría dicha búsqueda con un congruente amor al prójimo, con quienes comparto la intrincada condición de humanidad.

En perspectiva, al contemplar la evolución de mi caminar, observo que el significado del cristianismo incluye una conversión interior inicial, de tipo espiritual, seguida de una serie de conversiones similares y periódicas a través de los años de vida en iglesia. Cada conversión de la misma magnitud —sino es que mayor— como la inicial y cada vez provocada por un abrir los ojos, un darse cuenta —a menudo por agudas experiencias— de mi condición interna en comparación con Jesucristo, tal que, seguir siendo cristiano significó, cada vez, abandonar mi errado caminar y volver a empezar todo de nuevo.

Ejemplo, dada la peculiar combinación de exceso de inmadurez, exceso de entusiasmo y un completo estado de enajenación durante mis primeros años de cristiano, acepté la creencia de que es natural y correcto estar diciendo a los demás qué es lo que tienen que pensar, creer, decir, hacer. Por consecuencia, adopté y promoví un estilo militar de comando y de estricto control jerárquico para mi práctica del concepto del discipulado, así como única fuente de aprendizaje; estilo que creí haber recibido de “mis superiores”. Apagando así el espíritu cristiano de procurar el bien del prójimo, espíritu que —al contrario del estilo militar— incluye, principalmente, procurar el desarrollo interno en los individuos para que ellos mismos logren las conclusiones en su búsqueda de la moralidad cristiana.

Puede parecer evidente dicha situación viéndola desde el presente, pero nada de eso era aparente entonces, por el contrario, incluso existían mecanismos de reforzamiento circular que cancelaban la posibilidad de advertirla; como ejemplo basta otra creencia entre algunos a mi alrededor en ese entonces: “que ante Dios, la obediencia ciega te cuenta por justicia (es decir, como justificación)”.

Al día de hoy, ya he pedido perdón a Dios y a personas de esa época; además, como parte de mi arrepentimiento (es decir, del cambio en mi manera de pensar) ya he abandonado esa conducta. Aprendí que, sin importar mi intención por ser “espiritual”, siempre estará presente mi condición humana, a saber, que soy muy propenso al error y a la ceguera o estrechez de miras. Principalmente, la ceguera de mí mismo, de cómo mi trasfondo y perspectivas pasadas invariablemente se mezclan con las nuevas. ¿Olvidé mencionar que parte de mi trasfondo incluye un interés por la milicia?

De situaciones recurrentes como la anterior, ¿qué crees que redescubrí una y otra vez como la sazón o condimento de mi vida cristiana? Pues logré ver con mucha mayor claridad que, como parte de la esencia de ser cristiano, existe el imperativo de mejorar constantemente mi mentalidad y además, el imperativo de cultivar el espíritu humano para mejorar mi consciencia de esta inseparable condición que me acompañará hasta la muerte: mi humanidad.

Así pues, al observar la condición humana quedó claro que de ordinario nosotros mismos somos capaces de realizar los más encantadores sueños pero también de perpetrar las más temibles pesadillas. Reconocí que por mucho tiempo tuve una desproporcionada atención por denunciar esto último, tal que casi por completo perdí de vista aquello anterior. Lo irónico es que esta desproporción fue —como vimos en el ejemplo— en parte la causa por la cual incurrí en precisamente lo que estaba denunciando.

Por lo que reconocí que no había recibido educación sobre la condición humana en general, en áreas importantes que yo no sabía que existían y que son parte de la historia del crecimiento espiritual del ser humano, son las áreas básicas de la actividad filosófica. Durante esa búsqueda por observar a la humanidad, noté y me asombré del grado de excelencia y calidad de vida que han logrado algunos practicantes de la filosofía —de hoy en día y también en la historia— en áreas del ser, del saber y del hacer; así como de su ritmo de aprendizaje y progreso que mantienen debido a su dedicación y a un esmerado estudio en sus propios campos de actividad. Tal que me pregunté ¿Cómo lo hacen? ¿Podría yo aprender algo de ellos para mejorar el proyecto de ser humano que estoy presentando a Dios como mi ofrenda de gratitud? Mayor asombro vino de comprobar en ellos manifestaciones de un espíritu cultivado que refleja, por ejemplo, una plena consciencia de su condición, con hábitos saludables de alimentación y de ejercicio físico y mental; pero aún más importante y de mayor interés para mí: un carácter que refleja una sorprendente familiaridad con valores y principios generales que organizan y orientan un conocimiento confiable de la realidad, así como del sentido de la condición humana en libertad.

Otro llamativo hábito en la práctica filosófica es la autocrítica; es decir, una avidez por conocer los errores propios y evitar la propagación de los mismos. Un filósofo está siempre dispuesto a mejorar sus creencias con base en nueva información corroborada por él o ella misma, haciendo del aprendizaje y de la mejora de su mentalidad una medida de progreso en su vida. Además, y no menos importante, su capacidad para escuchar, su disposición para el diálogo y convivencia aun ante marcadas discrepancias de opinión.

Esos y otros atributos de carácter son propios de muchos filósofos, tal que, si lo que consiguió Jesús en la cruz fuese alcanzable por méritos propios, entonces lo justo sería que los filósofos de este tipo lo recibieran y no alguien como yo. Sin embargo, la propensión al error y la estrechez de miras están presentes aun entre seres humanos sobresalientes como los recién descritos, pues a pesar de su impresionante desarrollo humanista, se dan casos entre ellos de quien descartada por completo un estudio sistemático y profundo del mensaje bíblico de Jesús, el Cristo (situación que desafortunadamente es cierta también entre los que han dicho seguirle).

De aquellos atributos de carácter se trataba lo que yo mismo había estado intentando lograr como cristiano, pero de una forma empírica y dogmática —a prueba y error y sin reflexionar—, tratando a mí mismo y a otras personas como si fueran conejillos de indias en experimentos. El saldo —como lo veo ahora— resultó negativo pues estaba envuelto en una espiral destructiva en donde no importaba mucho si realizaba más intensamente lo mismo o si cambiaba ligeramente la forma de hacerlo, pues esto sólo empeoraba las cosas. Reconocí que requería abordar mi proyecto de vida cristiana desde una perspectiva diferente, una que tomara como punto de partida la ética del carácter en vez de la ética de la personalidad, una que utilizara la actividad filosófica desde el principio para cultivar el espíritu, llegando así a entender el significado de conceptos filosóficos como: ética.

Por eso, concluí que tanto Dios como las personas a quien amo y mis congéneres todos —además del resto de seres vivos en el planeta entero a mi alrededor—, no merecen nada menos que un mayor esfuerzo de mi parte por ser un mejor ser humano, por lo que fue indispensable emprender el aprendizaje de la actividad filosófica, la cual es una herramienta y no un fin en sí misma. Me ha sido muy útil, por ejemplo: (1) para continuar conociendo las causas de mi admiración: Dios, el ser humano y, el panorama de la existencia; (2) para estimular la reflexión sobre mis creencias y mi conducta, provocando un aprendizaje constante; (3) para pensar en las creencias y la conducta de otros en la historia y así enriquecer mi perspectiva de conjunto.

Encontré, además, que gran parte de la sociedad no sólo está desinformada en cuanto al significado del cristianismo, sino que la misma trágica situación es patente en otras áreas del pensamiento y conducta humanos. Para comprobarlo, basta con preguntar al vecino ¿quién es un cristiano? ó ¿quién es un filósofo? ó ¿quién es un científico?

Así que, continuando con el espíritu de compartir y servir a los demás, a nuestra sociedad en general y a nuestra iglesia en particular, he decidido agregarme a la divulgación de más herramientas para el desarrollo integral de los individuos; y se trata, en este caso en concreto, de un seminario de filosofía; el cual está próximo a iniciar y al cual están todos ustedes invitados a participar voluntariamente sin costo alguno.

Para muchos de nosotros, lo más cercano que hemos estado del término filosofía es el nombre del personaje llamado “Pitufo filósofo” de la serie animada de caricaturas “Los pitufos”, el cual —dicho sea de paso— caracterizaba a un personaje más bien temeroso y arrogante que a alguien relacionado con la filosofía. «Filosofía» es un término que suele asustar, pues nos imaginamos cuestiones complicadas, libros de los que ni siquiera entendemos su título, un vocabulario enigmático, como algo de personas extrañas y con actitudes engreídas. Y nos equivocamos al creerlo pues eso no viene de la filosofía sino de la propia condición humana. De hecho, todos nos preocupamos sobre el sentido de la vida y la muerte, sobre la justicia y la libertad. Todo el mundo es capaz de razonar y organizar sus ideas. Y eso es lo único que requiere la filosofía: unas preguntas y el método filosófico de reflexión. La filosofía no es, pues, un rompecabezas, sino una actividad que se puede practicar, como la música o el deporte: en calidad de principiante, como aficionado o profesional. Lo esencial es empezar bien.

Por otro lado, la filosofía no es sinónimo de bueno o positivo, no todo con la etiqueta de filosofía es de provecho para todos tal que deba aceptarse indiscriminadamente, por el contrario, precisamente la actitud mental que se busca con la filosofía es hacer primero un esmerado análisis de cuanto recibimos antes de aceptarlo como cierto.

Entonces, preparé algunas pautas para que puedas orientarte y saber si este seminario puede llegar a ser de tu interés y así no pierdas tu tiempo, ni el de otros:

Primero, lo que no es, es decir, de lo que no se trata este seminario:

  1. No se trata de alguna ideología de autoayuda que promueva fórmulas mágicas, simplistas o superficiales —como el puro entusiasmo u optimismo— para preguntas, problemas o situaciones humanas, simples o complejas.

  2. No es un curso escolar, donde hay un profesor quien ofrece todas las respuestas; por el contrario, se trata de una comunidad de indagación filosófica compuesta por iguales, no contaremos con “expertos” que estén ávidos por decir a los demás qué tienen que pensar o hacer.

  3. No es para asistir pasivamente, sin al menos hacer alguna pregunta; no se trata de llenar tu horario con más actividades como medio para otros fines diferentes al propuesto.

  4. No se trata de llegar buscando oídos para tratar los defectos de los demás, pensando: “esto está mal, aquello está mal, todos están mal,...menos yo”. Por favor te ruego te abstengas de asistir si no puedes controlar eso.

  5. No se trata de adquirir algún tipo de reconocimiento para luego andar diciendo que ya “sabes” filosofía, como argumento para sustentar ideas u opiniones que ya tenías de antemano y, haciendo mal uso de un vocabulario nuevo, logres el objetivo de permanecer siendo exactamente el mismo. Por favor te suplico te abstengas de asistir en este caso también.

Segundo, ahora sí, qué vamos a tratar:

  1. Se trata, principalmente, de que aprendas a pensar filosóficamente; es decir, que conozcas la práctica de la reflexión filosófica, esa cuya intención principal es la transformación personal, desde adentro, que te lleve a ser un mejor ser humano y en el área en donde quieras aplicarla. Por ejemplo, si es tu caso el no entender la razón por la que no te promueven en tu trabajo y por desgracia lo atribuyes a algo externo a ti (como a tu jefe o a una prueba divina) y estás dispuesto a preguntarte: ¿no será que hay algo, sea simple o complejo, que está en mis manos hacer o cambiar pero que ni siquiera he caído en cuenta? Entonces, la reflexión filosófica podría ayudar, pero dependerá de ti y no de la filosofía en sí, pues la filosofía no trata de fórmulas mágicas.

  2. Si frecuentemente te encuentras envuelto por un profundo sentido de admiración y asombro por Dios, por la humanidad, y por la existencia, tal que te provoca una insaciable curiosidad por tratar de entender y conocer lo que se pueda explicar de forma general, aplicable a toda persona, en todas partes y en todo tiempo, entonces reflexionar en los pensamientos de otros como tú en la historia podrá enriquecer tu búsqueda.

  3. Si cuando tienes dudas o incertidumbres acostumbras ser prudente y no saltas demasiado rápido a conclusiones sino que prefieres primero llegar al fondo del asunto, entonces las herramientas de la actividad filosófica pueden ser de mucho interés para ti.

  4. Se trata de la oportunidad de estudiar y practicar, al nivel más básico y claro posible, los conceptos de la filosofía; pero también, y si así lo decides, para estudiar a fondo los temas propuestos que tal vez o desconocías o has dejado pendientes. La clave aquí es que tú serás quien haga el trabajo de estudio, es decir, nadie en este seminario te va a conseguir las respuestas sino que tú mismo deberás encontrarlas, contando tan sólo con pautas para orientación y la oportunidad de checar notas con otros.

  5. Habrá temas opcionales, como el desarrollo histórico y la evolución del pensamiento humano acerca del ser, el saber y el hacer; por lo que, si te gusta o estás dispuesto a mantener tu atención y concentración mientras se desarrollan los temas, entonces obtendrás los mejores beneficios del seminario.

  6. Si eres un apasionado del estudio y la reflexión, tendrás opción de organizar un esquema general de temas y subtemas sobre los que será necesario leer una cantidad considerable de material, así que en ese caso deberás estar dispuesto a organizar tu tiempo personal para la mejor lectura posible, incluyendo tu asistencia a bibliotecas públicas, cafés Internet, o en tu hogar para el caso de algún libro que decidas comprar.

  7. Se trata de estudiar las reglas de la lógica y de la argumentación para que puedas conocer algunos aspectos de cómo funciona la mente que Dios te dio, y así puedas encontrar alguna falacia que tú mismo te hayas impuesto; por ejemplo, la creencia: “una persona no puede enseñar nada acerca del matrimonio si dicha persona nunca ha estado casada”.

  8. Se trata de articular ideas propias a través de la escritura, para organizar un proyecto filosófico personal y entonces, opcionalmente, llegar a presentar públicamente dichas ideas, por lo que deberás tener una leve disposición por la escritura.

  9. Se trata del desarrollo de habilidades que te prepararán para abordar disciplinas como la crítica textual y la hermenéutica, que son necesarias para un estudio profundo de textos antiguos —como la Biblia— y para practicar la exégesis bíblica en estudios teológicos.

  10. Una lista preliminar de temas incluye:

    • Introducción a la filosofía

    • Historia de la filosofía

    • Ramas y planteamientos generales de la filosofía

    • Epistemología y filosofía de la ciencia

    • Creencia y teorías del conocimiento

    • Introducción a la lógica

    • Ontología y filosofía de la religión

    • Ética y filosofía moral

    • Libertad y teoría de los valores

    • Pensamiento crítico y pensamiento creativo

    • Introducción a la crítica textual

    • Educación, escolarización y pasar la estafeta

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