Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Sunday, November 01, 2009

Enfocando la realidad con herramientas

Aún recuerdo con mucha claridad la experiencia de observar a través de un microscopio por primera vez, tendría unos doce años y observé lo que a simple vista parecía un insignificante fragmento de la piel de una cebolla que tomé de la cocina de mi abuelita. La experiencia está muy viva en mi memoria pues fue un suceso notable, experimenté un asombro monumental al observar una estructura sofisticada, llena de orden y una especie de grandeza que no logro describir, y a la vez era algo, quizá, delicado. La Naturaleza puede ser, ciertamente, muy bella.

Para darme cuenta de ese nivel de detalle, de ese cuadro insólito del mundo microscópico, requerí indispensablemente herramientas, buenas herramientas y además, el conocimiento para saber usarlas. Además del conocimiento básico para enfocar apropiadamente el microscopio hacia el objetivo, la preparación de dicho objetivo usando la tintura de contraste adecuada fue clave para darme cuenta de un aspecto de la realidad que hasta ese momento desconocía.

Recuerdo, también, vívidamente la primera vez que observé por un telescopio. Ahí estaba, ante mis ojos, un punto brillante rodeado por otros tres puntos significativamente más pequeños, pero igual de brillantes. Se trataba de Júpiter y tres de sus satélites naturales que eran observables en aquel momento de esa noche en mi mocedad. Otro cuadro extraordinario, otra escena de la realidad, ahora del mundo cosmológico. También en este suceso requerí de una buena herramienta y del conocimiento para emplearla adecuadamente, para enfocar la realidad.

Sin buenas herramientas y sin el conocimiento para usarlas, nos quedamos a ciegas de muchos cuadros significativos de la realidad a nuestro alrededor. Por supuesto, en los casos mencionados alguien más fue quien me facilitó lo necesario para que yo pudiera tener esas experiencias. Ultimadamente, estamos en deuda con Zacarías Janssen por el microscopio compuesto, y con Antoni Van Leeuwenhoek para el caso del microscopio simple. A Hans Lippershey debemos el primer telescopio de refracción, a Isaac Newton el primer telescopio de reflexión, y a Galileo Galilei la práctica de dirigir un telescopio hacia el firmamento. Ellos son de los que comparten sus herramientas y sus conocimientos para que otros también puedan tener experiencias de aprendizaje, enfocando y contemplando directamente escenas de la realidad como las que mencioné.

Ciertamente personajes como ellos son muy diferentes de otros que pretenden mantener un monopolio del aprendizaje, en el cual sólo ellos tienen acceso al conocimiento y los demás deben únicamente recibir y aceptar como verdad todo lo que se les dice. Les encanta “enseñar”, pero les tiene sin cuidado procurar experiencias directas de aprendizaje para los demás. No comparten sus herramientas ni el cómo usarlas. Es el caso de un estilo, lamentablemente común, de muchos “maestros” en centros de escolarización —¿debo decir centros de adoctrinamiento?— que hoy en día se pueden encontrar como organizaciones seculares y religiosas por igual. Muy convencidos de su contribución, insisten en que una castrante memorización, mecánica, es lo que se espera de quienes los escuchan, sin someter sus ideas a ningún examen crítico. Olvidan el sentido último de ser un buen maestro: provocar que los estudiantes piensen por sí mismos.

De entre tantos asuntos donde nos podemos encontrar a estos “maestros”, en el tema del Cristianismo y de la Biblia parecen abundar del mismo modo que abundan en otras religiones. Parecen insistir en que la parte de la realidad que promueven únicamente podrá ser conocida a través de ellos y que cualquiera interesado en el tema deberá, ultimadamente, tan sólo escoger cuál dogma adoptar; es decir, deberá decidir qué parte de lo que se le dice no podrá poner bajo escrutinio crítico, no podrá cuestionar, no podrá abordar filosóficamente —que es una de las mejores maneras de profundizar en los temas de nuestro interés—. Una justificación que ofrecen estos, así mismos llamados, “maestros” es que la gente no tiene la preparación para darse cuenta de la verdad y que pueden fácilmente caer en malinterpretaciones peligrosas. Lo inmoral en la lógica de su justificación es la premisa implícita de que la gente no tiene el derecho ni la capacidad de darse cuenta por sí mismos, tanto de su propia necesidad de educación así como de los términos por los cuales una interpretación puede ser percibida como peligrosa. La razón de la inmoralidad en esta justificación es que su premisa implica dejar a las personas al nivel de animales que nunca podrán desarrollar su sentido crítico y, consecuentemente, pueden ser sujetos de uso y abuso por parte de los que tienen acceso al conocimiento —o dicen tenerlo— y, por tanto, al poder. Igual de inmoral es su actitud de no sólo no procurar el desarrollo crítico en las personas sino que, por el contrario, desalientan toda actitud crítica que esté dirigida hacia ellos o a lo que tan vehementemente promulgan.

La Biblia, como parte de la literatura del mundo antiguo, representa una de las obras más importantes por su influencia en la formación de gran parte del pensamiento occidental. Por lo que el estudio bíblico serio es indispensable para entender el Cristianismo a lo largo de la historia hasta nuestros días. Las experiencias de aprendizaje que pueden derivarse de dicho estudio serán como aquellas al descubrir escenas del mundo microscópico o al descubrir los cuadros de la realidad que nos ofrece el ámbito cosmológico. Pero para ello se requieren, también, buenas herramientas y el conocimiento para usarlas. Se requiere saber cómo enfocar los sucesos del pasado, de la Historia, así como los sucesos del presente, para descubrir en ambos esos cuadros de la realidad que suelen asombrarnos. Definitivamente no es lo mismo enfocar ideas o sucesos en el pasado distante que enfocar ideas o sucesos en el presente, por lo cual requerimos hacer un buen uso de herramientas que estén a la altura de la tarea. En este caso, las herramientas no nos ayudarán a extender el alcance de nuestra vista para lograr descubrir microestructuras u objetos distantes en el espacio, sino que nos ayudarán a expandir el alcance de nuestro entendimiento para descubrir el significado de dichas ideas y sucesos.

La crítica textual y el método histórico-crítico para estudiar los manuscritos del Nuevo Testamento, la hermenéutica bíblica, la hermenéutica filosófica y la fenomenología, la exégesis bíblica, la teología, son los nombres de algunas de las herramientas necesarias para un estudio responsable de la Biblia y el Cristianismo. El conocimiento para emplear adecuadamente dichas herramientas inicia en el conocimiento para usar una herramienta básica: tu mente. ¿Cómo se usa la mente? Es el campo de la filosofía. Para más acerca de esto, favor de remitirse a mi texto: ¿Por qué ahora filosofía?, así como a las aportaciones en mi Seminario de introducción a la filosofía.

El estudio libre y el escrutinio responsable de la Biblia pueden llevarnos a asombrosas experiencias de aprendizaje y a descubrir cuadros debidamente enfocados de la realidad. Para lo cual se requieren buenas herramientas y el conocimiento para saber usarlas; por supuesto, depende de usted, querido lector.

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