Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Friday, February 19, 2010

Inquisidores modernos

Tal vez hoy en día no vemos con frecuencia que alguien sea quemado en una hoguera, con leña verde y abrasador fuego, por hereje o subversivo, por no alinearse con lo establecido y aceptado por los inquisidores de la época. Pero no se requiere observar tan perverso acto ejecutado en una plaza pública para saber que se sigue condenando, en la mente, con irrevocable juicio, a las personas que no piensan como nosotros, o son diferentes a nosotros, o no entendemos sus ideas o comportamiento. A estos les corresponde ser ejecutados en el patíbulo del prejuicio, que sigue vigente y en completas funciones hoy en día, en nuestra supuesta sociedad civilizada y muy religiosa. Ahí, en la mente, las sentencias son ejecutadas inexorablemente, con inmediatez al grotesco e ignorante juicio sobre aquellos que se atreven a pensar o ser diferentes a lo que es "tan natural", esos atrevidos son achicharrados junto con sus insolentes dudas, ingenuas preguntas o arrogantes opiniones, en completa impunidad en el dominio de una mente altanera, analfabeta e intolerante.

Un caso irónico y despreciable es el de aquel que contando con tan sombría práctica mental, al mismo tiempo mantenga de sí mismo una altísima valoración moral ¡Con semejante tormento instalado en el centro de su mente! ¿Qué opinión merece quien abusando de tener voz, en algún medio de comunicación, o por alguna posición de “liderazgo”, o haciendo un vergonzoso abuso del púlpito, promulga sus prejuicios como si se tratara de algo sublime? ¿Qué diferencia tiene con el inquisidor y verdugo del pasado, quien condenaba y ejecutaba en la hoguera, para sufrir en tormento hasta la muerte, a quien se atreviera a ser diferente? La misma actitud cobarde y de muy escasa facultad mental ha ocurrido entre pseudolíderes de todas las épocas, por ejemplo, los líderes religiosos de los primeros siglos del cristianismo quienes avalaron y propagaron ideas contra las mujeres, ideas que incluso afectaron la transmisión textual de los manuscritos nuevo-testamentarios; o quienes aceptan y divulgan la idea estúpida de que la gente de raza negra es inferior pues Dios es, según ellos, de raza blanca; o cualquier otra idea necia cuya consecuencia directa es exponer al escarnio público a toda persona o grupo que ante sus ojos sea “anormal”.

Hay quien ya ha abolido tan retorcida práctica mental, y busca desde la perplejidad, por medio de la filosofía, contemplar su verdadera posición en el panorama de la realidad; en pos de lecciones de cordura, tolerancia, y alegría racional. Sin embargo, no está exento de recibir a cambio el trato propio que merecen los herejes y sacrílegos, la exclusión, la intransigencia, por parte de los inquisidores modernos al éstos percibir que aquellos no avalan sus depravadas prácticas metales.

El temor debido a los mitos de diablos y dioses neuróticos, de espíritus psicóticos y deidades caprichosas, no se sustenta ante la luz de un examen crítico sostenido. Pero el temor a la ignorancia, al prejuicio y a la intolerancia, ciertamente tiene mucha evidencia sobre la cual sustentarse.

Trágico —por si fuera poco— es que quien suele ser un inquisidor mental también suele ser un analfabeto filosófico el cual no tiene capacidad de entender la diferencia entre respeto y tolerancia.

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