Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Sunday, July 11, 2010

El amor por el fundamentalismo - Parte 2

En continuación a las reflexiones en El amor por el fundamentalismo, se impone plantear las preguntas ¿Qué es el amor? y ¿Qué es el fundamentalismo? Pues es lo propio del caso cuando queremos ir entendiendo tales ideas. Más aún con ideas tan inconmensurables como el amor.

El amor humano, ese que es diferente al comportamiento observable en los demás mamíferos en la Naturaleza y que puede ser distintivo de nuestra especie, no me parece algo que se pueda explicar de manera simplista e irreflexiva, sino por el contrario, algo que para ir entendiendo poco a poco se requiere un gradual desarrollo en el sentido de ser cada vez más humano. Esto significa, claro, avanzar en la teoría y en la práctica. Pues el amor es acción tanto como es reflexión ética. El amor se experimenta al darlo y recibirlo, no sólo a nuestro alrededor sino —tal vez más importante— hacia uno mismo.

Pero ante la idea del desarrollo espiritual humano, muchas veces he escuchado opiniones como la siguiente:

“No, no quiero ser más humano, lo que quiero es ser más espiritual pues el amor no es algo que se pueda entender con la mente, sino con el corazón”

¿Qué merece tal opinión? ¿Se trata tan sólo de una opinión o es conocimiento confiable? ¿Es relevante para el caso resaltar la diferencia? Debido a que perspectivas como esa suelen definir la cosmovisión —y por lo tanto la conducta— de las personas tiendo a pensar que sí es muy relevante ubicarla como lo que es: una mera opinión, sin base que la sostenga.

Yo, como ignorante que he sido, soy, y seré, reconozco haber compartido tal cosmovisión en una época pasada. Pero el problema no es el ser ignorante, sino el no hacer nada para salir de tal ignorancia. Otro problema gravísimo es que tal opinión no sólo sea compartida por quienes se dicen autoridades y que supuestamente son los que saben y creen tener la supuesta obligación de decir a los demás qué tienen que pensar, sino que sea avalada y promovida por tales autoridades ¡como si fuese una virtud! Promover y avalar la ignorancia como si fuese una virtud me parece muy lamentable. Siento mucha vergüenza al recordarme en tal estado de inconsciencia. ¿Cómo pude terminar diciendo tantas estupideces en contra del espíritu humano siendo el mensaje del Evangelio algo tan a favor de precisamente el desarrollo del espíritu humano?

Condescender con su propia ignorancia, y con la de sus seguidores, es el peor y más artero crimen contra el espíritu humano que comenten los ignorantes fundamentalistas religiosos, a decir de las consecuencias que se pueden constatar al escucharlos expresar sus meras opiniones como la citada anteriormente. Prefieren glorificar el uso y abuso de embriagantes emociones que típicamente buscan provocar en quien escuche sus predicaciones. Reclaman para su causa las emociones, como el miedo y el júbilo, de infantes mentales que quedan inermes ante su grosera manipulación. No han faltado —ni faltarán— los muy ignorantes en la Historia que han terminado diciendo “fue por su bien”. ¿Nadie les ha dicho que las emociones son para uso del propio individuo y no para que un abusivo enajenante se aproveche de ellas para su egoísta satisfacción?

Los ignorantes fundamentalistas religiosos encumbran al “buen corazón” como si las buenas intenciones fuesen un substituto válido del amor, siendo que se trata de usurpadoras y baratas expresiones de amor abstracto. Pero no sólo eso, sino que califican a quién tiene un “buen corazón” y a quién no lo tiene basados en el apego superficial e incondicional a sus ideas, provocando tan sólo un indignante servilismo al que han confundido con la idea del discipulado. El cual se supone sirve para el desarrollo de los individuos y no como mecanismo de control y poder jerárquico, ni como medio de adoctrinamiento. Por lo que cabe indagar lo cierto en la observación: “El problema con los cristianos ignorantes fundamentalistas no es que digan que son los herederos de Jesucristo, sino que precisamente no piensan ni actúan como seguidores de Jesucristo”.

¿Cómo conciliar lo anterior con el desarrollo del espíritu humano? ¿Cómo puede conciliar eso aquel que hoy en día busque seguir el espíritu de Jesús, El Cristo? Dado que Jesús, El Cristo, denunció los excesos y conducta incongruente del sistema religioso de su tiempo, es razonable pensar que sus seguidores no fueran vasallos de un sistema similar sino que desarrollaran su espíritu humano, sus facultades individuales en todos sentidos, para llegar a formarse una vista de conjunto de la vida y entonces ponerse en pie de crítica, junto a hombres como Jesús, El Cristo, ante las intransigencias del sistema establecido por unos cuantos abusivos.

¿A quién o qué daremos nuestro amor? ¿Quién o qué lo merece o lo justifica?

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