Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Monday, May 17, 2010

La necesidad de la filosofía básica

La participación en un seminario de introducción a la Filosofía ha sido uno de los eventos recientes más significativos para mi desarrollo personal. Se estudia Filosofía no para fanfarronear usando un vocabulario enigmático o para adoptar altaneras poses esnob, eso sería una prueba de que habría derrochado mi tiempo de la manera más absurda posible. Tampoco pienso que estudiar Filosofía deba hacerse tan sólo para pasar exámenes y obtener grados académicos —esto aplica también para cualquier otra profesión—. Por el contrario, se estudia Filosofía por muchas razones y para muchos propósitos relacionados con el desarrollo de la conciencia personal, para el desarrollo del individuo desde el significado de ser parte de la especie humana. Para encarar la vida desde una perspectiva lo más amplia y profunda posible, tratando de aventurarse en la imponente complejidad y diversidad de lo humano ante la inmensidad de la existencia.

La amplitud y profundidad del pensamiento filosófico lo coloca como parte de la raíz o cimiento para toda actividad humana. Si el individuo adopta los patrones intelectuales de la reflexión filosófica básica entonces equivale a aguzar las facultades de su ser interior, de su intuición y de su raciocinio, con lo cual pueda dirigir su vida propia en el sentido cierto del ser adulto. A diferencia de la farsante adultez vivida por personas que, aun con cuerpos crecidos, insisten en fundar su vida en los espejismos impuestos por las tutelas mentales provenientes del pensamiento mítico-místico-mágico-dogmático-religioso.

Si bien este tipo de pensamiento mítico-místico-mágico-dogmático-religioso ha ocupado un lugar en la expresión humana a lo largo de la Historia, ya no provee lo necesario para sostener una cosmovisión para el individuo en la actualidad. No hay duda que ha servido para sostener las perspectivas caducas de muchas instituciones bajo el supuesto beneficio de orden y estructura social. Pero precisamente los términos reales, el saldo neto, de tal beneficio contrastado con la necesidad imperante de nuevas perspectivas es lo que confirma su patente caducidad.

Por ejemplo, hoy en día se perpetra el adoctrinamiento social por parte de Estados integristas y nacionalistas sobre sus ciudadanos para que sucumban sus poderes críticos personales ante la ilusión de control, de tranquilidad, de seguridad y de prosperidad que supuestamente emana de dicho Estado. Tal esquema no está lejos de aquel en una secta religiosa destructiva la cual pacta disimulados contubernios o ejerce un control paternalista sobre la información para el mayor beneficio de tan sólo unos cuantos mientras que al mismo tiempo se presenta como el gran benefactor de las masas. ¿Dígame usted, amable lector, si —por ejemplo— someter a la población bajo los pies del consumismo mientras los gobernantes se procuran una imagen pública muy respetable no se trata de un caso de tal esquema?

El caso de la religión —y vergonzosamente el caso particular de los cristianismos paternalistas donde se perpetua el intermediarismo de los prelados y ministros de culto— no es otro caso similar al anterior sino se trata del caso madre, progenitor, de múltiples casos hijo como lo es el caso del Estado arriba mencionado y el caso de instituciones y corporaciones que emulan la mentalidad religiosa oligárquica; pues la consideran una manera de conferirse poder para luego entregarlo como ofrenda al caso madre para que —según ellos— les asegure una posición privilegiada en el ámbito de lo sobrenatural.

Sin embargo, ese estado de cosas impide la resolución de problemas importantes en la sociedad pues quita de los individuos la responsabilidad de buscar y encontrar soluciones. La creencia que se propaga es que el Estado tiene todo bajo control, que las divinidades están siempre en control de todo cual tutor sobreprotector y perjudicial. Mientras que en realidad esto sólo beneficia la imagen de quien promulga tales ideas y que resulta en detrimento de quien las engulle pues podría obtener esperanza pero le aporta nada para obtener lo más de la buena vida —la vida adulta internamente hablando— aquí en la Tierra.

La actitud que desalienta el esclarecimiento de la raíz de un problema, la postura que entorpece tal esclarecimiento por parte del mismo individuo que tiene el problema, que lo hace abandonar la adquisición del conocimiento requerido para estar a la altura de dicho problema, la actitud de amedrentar a las personas para que no se planteen posibles soluciones y las pongan a prueba, es la actitud —como lo ha dicho Mario Bunge en su obra Epistemología— del fantasista y del charlatán quien promulga ideas pero al mismo tiempo dice que éstas no deben ser contrastadas, verificadas, cuestionadas, refutadas. Por el contrario, la postura que alienta la investigación individual es una que pone al miedo en su debido lugar, muy por debajo de la necesidad inherente al ser humano por buscar perennemente la verdad. Si la investigación filosófica y científica se puede caracterizar de forma simple entonces diremos que se trata de una disposición mental más que de un conjunto de reglas para resolver problemas.

La perpetuación de los efectos de la enajenación y del pensamiento débil no sólo es causada por ese tipo de Estados, o prelados y ministros de culto religioso, por supuesto que las personas mismas contribuyen gran parte de la causa para tan desventajoso estado interior. Somos las personas quienes preferimos sentir que estamos en lo correcto y que ya no es necesario ningún esfuerzo por seguir aprendiendo, para transformarse por medio del cuestionamiento y del desarrollo de la conciencia. Somos los individuos quienes nos llenamos de miedo ante lo que desconocemos y por tanto queremos aniquilarlo, denostarlo, o alejarlo de nosotros. ¿No es acaso eso el inicio del racismo y del sectarismo? ¿Cuál es nuestra reacción típica cuando se discute en serio la necesidad del ejercicio filosófico? ¿Nos atrae más el futbol o las últimas tendencias de la moda tal que hemos perdido o nunca supimos del goce por la reflexión filosófica? ¿Cuán conscientes somos de que lo más habitual en realidad es que estemos equivocados? ¿Tenemos el hábito de averiguar nuestro grado de ignorancia y nuestro nivel de analfabetismo?

Kenneth Boulding nos informa que el conocimiento aumenta no por la coincidencia de las imágenes mentales con la realidad —lo cual es imposible—, esto es, no por la percepción directa de la verdad, sino por una predisposición implacable hacia la percepción del error. Esto es tan verdadero para el conocimiento popular como lo es para la ciencia.

A continuación un par de textos para estimular la reflexión y el análisis crítico. El primero contiene reflexiones acerca del valor de pensar por uno mismo: Su siguiente transformación. El segundo es la traducción de un comunicado de prensa de un movimiento con propuestas para reflexionar: En respuesta al derrame de petróleo en el Golfo de México.

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