Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Thursday, September 26, 2013

¿Para qué filosofamos?

Pregunta: ¿Para qué filosofamos?

Una reflexión provocada por la pregunta:

Considero al ejercicio de filosofar como una estrategia general para la educación o, aún mejor, para la auto-reeducación. Estar en el mundo implica pensarlo y, aún mejor, transformarlo; en el ejercicio filosófico está la posibilidad de empezar esa transformación por la parte más difícil: cambiar uno mismo. O como suelo decir: «El sentido último de la educación consiste en el desarrollo de tus facultades como persona. El ejercicio filosófico —personal— resulta necesario para dicho desarrollo. Buscar educarse, poniendo límites al error propio, es en sí misma una aportación importante a la sociedad.»

Además, filosofar es una acción, un ejercicio; uno muy relevante, especialmente ante los acuciantes problemas del mundo que habitamos. Y, como todo ejercicio, es posible mejorarlo —es decir, pensar cada vez mejor— por medio de combinaciones y armonizaciones constantes entre la teoría y la práctica.

Para mí, algo indispensable en el filosofar es buscar expandir la conciencia de uno mismo por medio de la autocrítica; es decir, es casi seguro que mi mentalidad actual —cualquiera que esta sea— no es algo inédito, por lo que es muy probable que mis ideas no sean realmente mías sino copias de otras en la cultura circundante y que, sin saberlo cabalmente, mi mentalidad actual no coincida con quien realmente soy. No digo que sea posible, o fácil, substraerse de la cultura local sino que filosofar ayuda a tener mayor conciencia de dónde está la mentalidad propia en el panorama de dicha cultura, y a no quedarse con una vista sesgada por las polarizaciones y las propagandas alrededor. Filosofar puede ayudar a criticar la mentalidad propia ante la luz de un panorama más amplio del pensamiento humano.

Un ejemplo, con frecuencia escucho opiniones polarizadas o a favor o en contra de las protestas sociales, como las actuales protestas del CNTE en contra de las reformas del gobierno, asumiendo la realidad del asunto como una clara y absoluta dicotomía entre un partido blanco y otro negro. Pero la realidad suele ser múltiple y filosofar puede ayudar a esclarecer —o a oscurecer, si así se elige— una o muchas terceras vías adicionales. En la siguiente página reflexioné no sobre las protestas sociales sino sobre la autocrítica, cualquier valoración balanceada es bienvenida: Felices fiestas patrias

¿Para qué filosofía?

Pregunta: ¿Para qué le sirve la filosofía a la gente común y corriente?

Una reflexión provocada por la pregunta:

Si hay algún humano desprovisto de lenguaje o de toda interpretación simbólica de su realidad, entonces ese “humano” por seguro no tiene relación alguna con la filosofía. Ese “humano”, ciertamente, no sería gente común y corriente.

Por otro lado, para el resto de nosotros, los que somos comunes y corrientes, tenemos relación constante con la filosofía, desde los primeros balbuceos infantiles hasta el último suspiro, aun si permanecemos inconscientes de ello.

Pero, ¿qué es filosofía?

Ahora, el servicio que preste la filosofía al individuo dependerá de la persona misma, de cultivar sus más básicas facultades humanas; la duda, la experiencia, la emoción, la razón, la intuición, etc.

Friday, September 20, 2013

Felices fiestas patrias


Felices fiestas patrias

Cuánto me movió a pensar este video. Como mexicanos, todos somos compatriotas y los problemas que acusa este caballero nos incumben a todos. Es evidente su empeño para hacernos pensar. Y eso es algo que se requiere, pensar a fondo los problemas y desde todos los ángulos posibles, más allá de cualquier noción insulsa de ‘pertenencia de clase’.

El video me hizo recordar una época pasada en la que también convocaba a la gente de esa y otras maneras, pero en el campo del cristianismo. Fue para mí una época de mucho activismo social. Las “convicciones profundas” eran parte del impulso detrás de tal activismo. El caballero del video también estará del todo persuadido de lo valioso de su discurso; y sí, en parte, pues sugiere puntos valiosos, como la pregunta: ¿hay algo por celebrar a escala nacional? Pero quizá su visión es parcial, así como también hace ya algunos años yo reconocí que mi visión en aquella época de activismo era muy parcial, excesivamente parcial.

Ahora busco formarme una visión menos parcial de los problemas en la sociedad alrededor, y cómo puedo contribuir individualmente a una visión más incluyente, más diversa, dónde haya espacio para todos, especialmente para los que no piensen como yo. Una visión donde las “convicciones profundas” no terminen estorbando al tipo de libertad que sirve para madurar como individuos; donde “la verdad” no despoje de su humanidad a quien es o piensa distinto.

En mi caso, dados ciertos rasgos recurrentes en la historia de mi mentalidad, y por reflexión autocrítica sobre tal historia, he comprobado que tengo una percepción distorsionada de la realidad. Pero no aspiro a eliminar por completo dicha distorsión, tan sólo aspiro a identificar mejor sus dimensiones. ¿Qué hacer, pues, con mi mentalidad actual; es decir, con mis opiniones actuales? ¿Qué hacer con ellas?

Durante los últimos cuatro años he estudiado con especial esmero algo de la historia de las ideas, en un prolongado seminario de introducción a la filosofía. Un hallazgo o conclusión tentativa ha sido que diferentes tipos de distorsiones perceptuales de la realidad han estado presentes, de una manera u otra, en diferentes proporciones, a lo largo de la historia de las ideas. Y es que la realidad es múltiple. La realidad es un conglomerado de muchas cosas, el cual es inagotable. Quizá en la antigüedad pudo haber personajes enciclopédicos que conocieron todo lo que podía ser conocido en su tiempo. Hoy, ante la complejidad de un mundo cada vez más interconectado, ¿es justificable dejarse deslumbrar por alguna certeza o convicción imperturbable acerca de la realidad?

Por lo cual, cuestionar mi opiniones, someterlas a examen crítico, es hacer algo razonable y justo.

Suponer que la distorsión de la realidad en mi percepción es de una escala insignificante es similar a decirme mentiras a mí mismo, es una forma de autoengaño —o como se diría en el caló mexicano: «es hacerse pendejo uno mismo». Sí la realidad es siempre más amplia que mi percepción, entonces mi opinión sobre un asunto relevante permanecerá parcial indefinidamente. Entonces, ¿con cuál justificación interrumpo el proceso para indagar más de la realidad de ese asunto al vociferar dicha opinión como definitiva? El resto de la realidad no se presentará a mi conciencia de manera automática, entonces es el dueño de mi conciencia, yo, quien debe hacer el esfuerzo por adquirirlo. A menos, claro, que el dueño de mi conciencia no sea yo, y renuncie a ella al entregarla a los pies de alguna potestad o al elegir mirar hacia otro lado por medio de alguna distracción provista por los entretenimientos chatarra tan abundantes hoy en día.

Wednesday, September 18, 2013

La Biblia: Una introducción histórica y literaria – por Bart D. Ehrman

Del capítulo uno:

«La Biblia es el libro más comúnmente comprado, ampliamente leído y profundamente apreciado en la historia de la Civilización Occidental. Es también el más ampliamente incomprendido, malinterpretado y maltratado. Tan sólo estas razones hacen valer el esfuerzo para estudiarlo. Podemos iniciar por considerar la importancia de la Biblia en mayor profundidad.

¿Por qué estudiar la Biblia?

La gente estudia la Biblia, y debiera estudiar la Biblia, por muchas razones —razones religiosas, razones históricas y razones literarias.

Razones religiosas

La mayoría de personas que estudian la Biblia lo hacen, por supuesto, por razones religiosas. Muchas personas veneran a la Biblia como la palabra de Dios, y quieren saber qué puede enseñarles acerca de qué creer y cómo vivir. En este libro estudiaremos la Biblia no para promover alguna teología o perspectiva religiosa —bautista, católica, judía, luterana, agnóstica o ninguna otra. En cambio, nos aproximaremos a la Biblia desde una perspectiva histórica y literaria. Pero incluso desde estas perspectivas alternas, hay razones religiosas sólidas para estudiar la Biblia —incluso para quienes no sean religiosos o no estén interesados en convertirse en religiosos. Esto es así porque para entender nuestro mundo —y a la gente religiosa en él— necesitamos una comprensión más firme del libro que se sitúa en el corazón de las religiones judeocristianas.

Razones históricas

Podría decirse que la razón más importante para el estudio de la Biblia —especialmente desde el punto de vista histórico— es debida a su relevancia para la historia de la Civilización Occidental. La religión dominante en Europa y el Nuevo Mundo durante los últimos 2,000 años ha sido el cristianismo; y el cristianismo, como veremos, surgió a partir de, y a lado de, el judaísmo. Ambas religiones siguen aseverando una enorme influencia en nuestra forma de cultura. Esto es cierto no sólo a nivel individual, pues las personas son guiadas en sus pensamientos, creencias y acciones a partir de lo que aprenden en estas religiones. Es cierto también en la más amplia escala histórica imaginable. El cristianismo ha tenido el más grande impacto en la Civilización Occidental que cualquier otra religión, ideología o cosmovisión, ya sea cultural, social, política o económicamente. Por su amplia repercusión en Occidente, no hay ninguna institución que pueda siquiera acercarse en comparación al cristianismo como religión organizada. Y en los cimientos del cristianismo —en su corazón, se podría decir— yace la Biblia. Si uno no entiende la Biblia, no puede acabar de entender el curso de la historia del mundo que habita.

Y más que eso, no cabe duda de que la Biblia ha influido, y sigue influyendo, en la vida de millones y millones de personas. Es bien sabido que la Biblia es el libro más vendido de todos los tiempos, sin ningún competidor cercano. Lo que no siempre se aprecia es que la Biblia es el libro más vendido cada año, año tras año. Tantas copias de la Biblia se venden cada año que nadie ha sido capaz de llevar la cuenta total. Según una estimación, durante 2005, sólo en los Estados Unidos, se vendieron veinticinco millones de ejemplares de la Biblia. Pero lo que es más sorprendente es que la gran mayoría de esas Biblias fueron vendidas a personas que ya tenían Biblias: más de nueve de cada diez hogares estadounidenses posee al menos un ejemplar de la Biblia, y la familia promedio tiene cuatro. Como fue dicho en un artículo publicado en la revista New Yorker del 18 de diciembre 2006, esto "significa que los editores de la Biblia consiguen vender veinticinco millones de ejemplares al año de un libro que casi todo el mundo ya tiene.”

Los estadounidenses no sólo les gusta poseer y comprar Biblias. Les gusta leerlas. Una encuesta de Gallup...»

Sunday, September 08, 2013

Un igualador


Jose Pablo Feinmann Porque la odian a Cristina

A ver, atención por favor, debe quedar claro, esta nota no es sobre política nacional, ni mucho menos sobre política en el país de la Argentina, sobre lo cual no puedo pronunciar una sola palabra pues soy ignorante de las situaciones concretas. Tampoco es sobre feminismo o machismo, aunque estos tienen relación con mi reflexión en tanto sean formas de fanatismo.

Lo que dice José Pablo Feinmann en este video me hace pensar que algo similar podría decirse como explicación del porqué algunos conflictos sociales tienden a polarizarse: sólo hay dos opciones, dos bandos, dos maneras de ver el problema, y sólo una es la correcta y puede haber un sólo triunfador posible; como si una tercera vía fuese imposible e impensable.

La explicación que propone José Pablo Feinmann ante el odio hacia lo que representa una persona podría usarse también para explicar el odio ante lo diferente a uno mismo. Ese odio exhibido en la desacreditación absoluta de lo distinto, de aquello que por ser otro se considera automáticamente inferior.

Una tercera vía —nótese que no uso la determinación “la”— puede ser posible, pero es necesario hacer el esfuerzo de pensarla, como paso primero y perenne. Pero sólo se le puede exigir tal esfuerzo a un individuo pensante, es decir, alguien que no salta apresurado a tomar partido, ni a quien todo lo ve como una contienda por la superioridad, sino a quien reconoce los términos igualadores entre humanos.

Por grotesco que parezca, un aspecto en la conciencia de quien elige una tercera vía es ubicar el papel de la mierda como el gran igualador entre seres humanos. Este igualador ayuda a poner las superioridades y las inferioridades en su proporción justa:

La materia oscura. Historia cultural de la mierda. Por Florian Werner.