Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Monday, December 27, 2010

¿Para qué teología filosófica?

¿En qué sentido un ser humano se desarrolla “espiritualmente”? ¿Qué es el ser humano? ¿Cómo se desarrolla el espíritu o esencia de la especie humana? Aquí ya tenemos un rasgo de las posibles respuestas ante tan inagotables interrogantes: un ser que hace preguntas se desarrolla al cultivar el acto de preguntar. La curiosidad, la exploración, ya están presentes en las primeras etapas del infante pues lo facultan hacia una vida humana. Es un asunto de énfasis. El potrillo nace caminando pues es algo esencial para una vida equina.

El cultivo del espíritu humano incluye, entonces, ampliar progresivamente la capacidad de identificar y formular buenas preguntas. Una persona puede así alcanzar un siguiente nivel de indagación: el cuestionar. Aquí tenemos ya una propiedad del humano adulto con la cual continua su desarrollo en los diversos campos del actuar humano: el lenguaje, el mito, la religión, el arte, la filosofía, la ciencia, la historia, etc., son provincias por las cuales prosigue su exploración y su búsqueda de todo tipo de respuestas.

¿Cómo se relaciona esto con el ejercicio teológico-filosófico? La Teología es una provincia más en el vasto horizonte del pensar humano. La Teología comparte con la Ciencia natural el ser muy malinterpretada por la opinión popular. Para el caso de la Ciencia natural basta preguntar al vecino promedio: ¿Existe el método científico?, para hacer manifiesta tal malinterpretación. Para el caso de la Teología basta escuchar los trasnochados argumentos de las teologías basadas en dogmas para observar su incongruencia con la realidad expuesta por el esfuerzo científico contemporáneo. Además de observar que los principales argumentos en contra del teísmo, como lo entienden esas teologías caducas, no provienen del ateísmo sino de la propia historia de las tradiciones abrahámicas.

Sin embargo, la notable influencia del fenómeno mítico-mágico-místico-religioso sobre el imaginario social, incluyendo la influencia sobre los dirigentes de instituciones políticas, económicas, delincuenciales, religiosas, e incluso científicas —basta observar el culto que le rinden a la teoría de cuerdas en algunas facciones de la física teórica actual—, nos debe alarmar para tomar en serio este fenómeno religioso. En particular el grave tropiezo de marcar muros entre personas, declarar líneas entre “nosotros” y “ellos” como si fuesen muros reales, representa una de las mayores miopías en la Humanidad hoy en día.

No necesitamos más superstición ni pensamiento mágico, sino menos. Ya que la religión llegó para quedarse y el pensamiento mítico-mágico-místico-religioso contribuye una gran parte a la causa del comportamiento inconsciente y desinformado en la sociedad, entonces me parece que se requiere tomar más en serio a la religión, no menos. Por supuesto no me refiero a tener más rituales y más liturgia, sino a divulgar y promover la investigación teológico-filosófica para así obtener teorías teológicas más acordes a una Humanidad plural y diversa como la que en realidad se confirma ante nosotros. Nuevas teorías teológicas podrían tener el potencial de aportar a los cambios sociales que necesitamos, tanto potencial –o más– como nuevas teorías políticas.

Como sabemos, la situación no es alentadora en el mundo, las cosas no están dadas como para esperar que los cambios vengan de algún prelado jerárquico. Los cambios importantes inician desde cada individuo y no desde el exterior del individuo. A través del ejercicio teológico-filosófico el individuo profundiza en sus creencias más íntimas y desde ahí puede remover el miedo que los sistemas doctrinales jerárquicos han impuesto para dominar sus decisiones. Tan perverso ha resultado tal adoctrinamiento que el individuo religioso promedio mantiene ese temor jerárquico no sólo durante toda su vida, sino que además lo alcanza, supuestamente, después de su muerte. No es para sorprenderse, entonces, que el poder de la estupidez se pueda explicar cuando un individuo prefiera mantener dogmas a cualquier costo —sin importar que perjudiquen a muchas personas— con tal de conseguir su supuesto gran premio después de su muerte. ¿No es el caso de aquellos clérigos y ministros de culto que afirman que hoy en día no es necesario ser un erudito de la Biblia para llamarse propiamente un cristiano?

La perspectiva de una Ciencia elitista, inalcanzable para el ciudadano promedio, ya no se sostiene; hoy más que nunca la posibilidad del pensamiento científico depende más de la curiosidad del propio individuo que de los medios a su alcance. Así mismo, la Teología debe acercarse a aquellos individuos con ese particular sentido de devoción y veneración para que, desde su ámbito personal, prosigan en la búsqueda de respuestas últimas congruentes con las respuestas próximas que ofrece la realidad científica de la Ciencia natural. Pero sin el temor ni el temblor que proponen las agotadas teologías basadas en dogmas; es decir, sin el opio religioso.

Para prosperar hacia un sentido más profundo de ser humano requerimos mejores teorías, tanto científicas, económicas, político-sociales, etc.,...y también teológicas. Pues una teoría teológica tendría también el mismo propósito general que tiene la Ciencia natural: conocernos a nosotros mismos; o como lo pregunta Erwin Schrödinger: ¿Qué somos?

Sunday, December 19, 2010

Verdad y teoría

De manera somera diré que una teoría es una perspectiva que da amplia cuenta de un problema y una solución a tal problema. Hay muchos tipos de teorías, en la opinión popular la palabra teoría remite una idea absurda carente de contacto con el terreno de la realidad o de la verdad. Pero aquí aludo a la idea de teoría científica y a la idea de teoría teológica, las cuales suelen ser el resultado de una ardua investigación, muchísimo trabajo dedicado, y un continuo compromiso con la curiosidad y el cuestionamiento —lo cual las hace lo opuesto a la idea mencionada de la opinión popular, quizá una mejor palabra para esa idea popular es: figuración.

¿Cuál es la relación de una teoría con la realidad y con la verdad? Para responder a tal pregunta es necesario evaluar la teoría en cuestión. La evaluación de una teoría incluye no sólo el análisis de su poder descriptivo y explicativo sino también de la solidez de su soporte racional así como el examen del método crítico por el cual llega a sus resultados. Las conclusiones de tal evaluación necesariamente requieren estar acompañadas de un marco de referencia conceptual dentro del cual cobren sentido tales conclusiones. ¿Cuál idea de verdad se tomó en cuenta? ¿Contra qué sentido de realidad se contrastó la teoría bajo escrutinio? Y esto sin ninguna conexión al subjetivismo y relativismo gnoseológicos, sino para aumentar la claridad de los resultados de la evaluación al dejar asentada la intencionalidad en el uso de palabras como verdad y realidad.

Para ilustrar esto imaginemos que el siguiente enunciado proviene de una teoría mitológica:

“Prometeo es un campeón para la Humanidad pues robó el fuego de los dioses del Olimpo para dárselos a los hombres”

¿El enunciado es verdadero? Una evaluación de tal teoría, en el contexto de la mitología griega, concluiría que tal enunciado es verdadero —claro, si la teoría se evalúa en el contexto de la cosmogonía mixteca entonces carecería de coherencia alguna—. Por otro lado, si en lugar de Prometeo el enunciado dijera Telémaco, entonces el enunciado sería falso. ¿Qué cuenta para su verdad o su falsedad? El examen deberá dejar en claro si sustenta su conclusión en la teoría de la correspondencia, o en la teoría de la coherencia, o en la teoría pragmática de la verdad, o en cualquier otra de las teorías de la verdad a la fecha*. Por supuesto, los resultados del examen asumirían, implícita o explícitamente, los aspectos problemáticos asociados a la teoría elegida de la verdad.

* Al evaluar una teoría necesariamente recurrimos a otras teorías. Al parecer es inevitable que el conocimiento humano deba sostenerse de una —potencialmente frágil— «telaraña de creencias» (web of belief), como lo ha propuesto W.V. Quine.

¿El enunciado es real? No es diferente el caso aquí. Un examen amplio podría responder a tal pregunta desde las diferentes teorías de la realidad a la fecha, aun si tan sólo se desea considerar una acepción simple de la palabra existencia. Por supuesto, aquí ya confluyen los conceptos del mundo natural y del mundo sobrenatural. Si se abre la puerta a que las palabras Prometeo, Telémaco, u Olimpo refieren personas o lugares reales, entonces por la misma puerta podrían pasar desde Huitzilopochtli, Osiris, Adán y Eva, el Limbo, etc., hasta Ramtha, “El Coco”, y el tercer cielo, como personas y lugares reales. Por otro lado, y con base en el historial y la pauta de la Ciencia para obtener teorías del mundo natural que se han aproximado justificadamente a la realidad, podemos consentir en dar a la Ciencia el lugar predominante para pronunciarse en el ámbito de lo real.

Es un hecho que nuestras creencias provienen de, y se sustentan en, algún tipo de teoría —estemos conscientes o no de tal hecho—. Para el caso de nuestras creencias sobre el mundo natural parece ser una buena idea sustentarlas en teorías científicas. A la fecha, mientras que la Ciencia natural no explique y sea capaz de controlar y reproducir el fenómeno humano, aún hay espacio‡ para pensar que ideas como el amor, el arte, la sociedad, la soberbia, la compasión, la guerra, la filantropía, la destreza, el odio, la humildad, el egoísmo, etc., no son objetos de una teoría física, sino que pertenecen al campo de las ciencias sociales y de las teorías derivadas de la investigación cultural.

‡ Pero, a decir de la pauta de los avances en Genética, en Neurociencia, y del historial de la Ciencia para refutar las creencias del pasado debidas a las brechas del conocimiento científico —que eventualmente fueron cubiertas por la investigación científica—, tal espacio puede no permanecer abierto indefinidamente. Por lo que la posibilidad del predominio de teorías físicas para explicar tales ideas no es descabellada, como lo sugiere la investigación acerca de la oxitocina y el amor. Tal predominio es más probable a decir del escasísimo avance en teorías culturales, e.g., teorías teológicas, que describan más adecuadamente el fenómeno humano.

El pensamiento mítico-mágico-místico-religioso es parte del fenómeno humano, sería miope descartarlo como algo insignificante siendo que hoy en día tiene un lugar predominante en el grueso de la cultura occidental —sin importar que cada vez más personas se consideren muy modernas al convertirse en consumidores de teléfonos celulares con interfaces multi-touch—. Como parte de las ciencias de la cultura, podemos encontrar teorías teológicas: como la teología dogmática, la teología sistemática, la teología de la liberación, teología liberal, teología neoconservadora, etc., que sostienen una diversidad de doctrinas religiosas prevalecientes en nuestras sociedades hoy en día. Los patrones de pensamiento mítico-mágico-místico-religioso se pueden observar aun en círculos seculares y supuestamente ajenos a la religión, por ejemplo en las corporaciones con un acentuado esquema de estricto comando y control jerárquico. Ya que el pensamiento mítico-mágico-místico-religioso ocupa un lugar predominante en el imaginario social y en el proceder de la mayoría de la población, la evaluación de tales teorías teológicas se hace imperativa al observar el estado actual de nuestras sociedades.

No es difícil observar los efectos en la conducta de quienes conservan creencias pero sin consciencia del tipo de teoría de la cual provienen. Pronuncian enunciados de teorías teológicas como si fuesen enunciados justificables en el ámbito de teorías científicas; por ejemplo, hablan de, y sostienen, la vida después de la muerte como si la teoría teológica afirmara una continuidad física, mientras que la verdad y realidad de tales enunciados deben mantenerse circunscritas al ámbito de la teoría teológica correspondiente.

Por lo tanto, propongo promover la investigación teológico-filosófica a nivel personal para que sean los individuos quienes vayan al fondo de sus creencias más íntimas —incluso quienes toman a la Ciencia como otra forma de religión. A la par, propongo fomentar el debate para someter a un examen crítico cotidiano las reflexiones personales. La divulgación de los métodos de la teología filosófica ayudará a lograr nuevas y más adecuadas teorías teológicas que nos impulsen para continuar en la dirección que marca la flecha del tiempo. Mi propuesta principal consiste en promover la investigación teológico-filosófica, lo importante para mí es aprender de la reflexión profunda de los demás y difundir sus reflexiones. No tengo interés en promover una teoría teológica en particular. Mi propio proyecto teológico-filosófico tan sólo sería una aportación, pero no pretendo promoverlo más allá de lo que su propio valor intrínseco lo amerite. Mi proyecto teológico-filosófico no se basa en dogmas, sino que busca evitar lo peor del cristianismo al centrarse en el continuo desarrollo de la consciencia y en el desarrollo espiritual de los individuos y no en el desarrollo de la religión organizada.

Pero ¿en qué sentido una persona se desarrolla “espiritualmente”?, y ¿cómo eso se relaciona con el ejercicio teológico-filosófico? Por favor continúe, amable lector, en la siguiente página: ¿Para qué teología filosófica?

Sunday, December 12, 2010

Portento

Sospecho que hay algo fundamentalmente equivocado en nuestra manera actual de concebir a la educación —sospecha nada original. Pues a decir de cómo se plantea que el grueso de la sociedad debe repartir su tiempo y su atención a lo largo de su vida, gobernados por el mercantilismo y consumismo, con un mínimo —y hasta opcional— tiempo para la contemplación y el ocio, pues simplemente ese esquema no parece corresponder con la realidad a nuestro alrededor como raza humana. Las imágenes a continuación ofrecen un atisbo de tal realidad. El esquema actual parece proponer que el grueso de la humanidad estuviera obligado por naturaleza a trabajar para los intereses de tan sólo unos cuantos humanos de la así llamada plutocracia.

Algunas partes del sentido común actual, tan intuitivo, provienen de la investigación científica del pasado, cuando ésta parecía ideas ridículas o torpes. Pero como lo dijo Max Planck: “Una nueva verdad científica no se establece cuando sus oponentes se convencen y expresan su cambio de opinión, sino más bien debido a que sus oponentes van poco a poco desapareciendo y la generación más joven se le enseña la verdad desde el principio”.

No han faltado propuestas para cambiar el presente sistema monetario basado en la escasez y en la deuda; uno de las propuestas alternativas es, por ejemplo, The Zeitgeist Movement. Pero para ver cambios significativos es indudable que primero tienen que ir falleciendo poco a poco los líderes de la plutocracia actual, siguiendo el curso natural del ciclo de vida humano. Al mismo tiempo que se intente evitar que adoctrinen a su descendencia con la misma perspectiva absurda y caduca. Tan simple —que no fácil— como una idea debidamente explicada a la niñez de la plutocracia: el planeta no tiene dueño, la Naturaleza no le pertenece a nadie.

A partir de una perspectiva amplia del lugar de la raza humana en el panorama de la existencia, se requiere plantear esquemas de educación en los cuales el grueso de la sociedad reparta su tiempo de tal forma que sea posible un espacio vasto para la contemplación, la reflexión, la investigación y el ocio. Pues hay mucho por pensar e investigar del portento que es la Naturaleza, por ejemplo la Vía Láctea:

La fuente de las siguientes imágenes y video se pueden acceder a través de las siguientes ligas (haga clic sobre la imagen para una vista más amplia):

A night in Ecuador - Cotopaxi Volcano

Los Cielos de América - Volcán Cotopaxi - Parque Nacional Cotopaxi (Ecuador)

Además estas:
The Mountain
Terje Sorgjerd

Friday, December 10, 2010

Oportunismo y cinismo

“Señor Presidente: ¡sí, debe usted invertir más en educación!”

La frase es impecable y atina a describir parte de la realidad. Pero, cuando es pronunciada por quien recibirá un cuantioso beneficio económico personal como resultado de dirigir más recursos públicos al gremio de maestros y sus sindicatos, cabe la duda de a qué termina refiriéndose dicha frase. Pues así pronunciada, de forma aislada, no deja en claro si el aumento en la inversión tendrá algún efecto verificable en el desarrollo de las facultades críticas de los alumnos —rasgo de la educación propiamente dicha— o sólo se traduce en la autocomplacencia de unos pocos, así mismos llamados, “maestros”.

Ya los sofistas en la antigüedad usaban el lenguaje no con la intención de provocar la reflexión sobre el ser humano y su conducta, sino sólo para persuadir y comprobar que el abuso del lenguaje “funciona” para controlar el pensamiento y el comportamiento de las audiencias acríticas y enajenables.

Otra forma de oportunismo cínico es aquella del pensamiento dogmático que, en su manifestación religiosa, toma a conveniencia los relatos de la filosofía de la Ciencia acerca del positivismo para afirmar su posición gnoseológica. Me parece cínico adoptar una pose pretensiosa con la que buscan impresionar a sus feligresías con pronunciamientos muy positivistas. Afirman conocer la verdad de sus dogmas como si estos pudiesen ser corroborados de manera consistente e imparcial. Por otro lado, e irónicamente, otras manifestaciones del pensamiento dogmático se pueden observar entre quienes toman a la Ciencia como otra forma de religión, a decir de su conducta en contra de quien cuestione cualquiera de sus dogmas.

Ambos casos de oportunismo y cinismo en el pensamiento dogmático son casos de una adopción de posiciones que no terminaron de entender, son casos de una adopción a medias, a conveniencia. Aparentan haber adoptado el positivismo lógico en contra de quienes se atreven a cuestionar la modernidad. Pero sólo lo adoptan para lo que les conviene. Por ejemplo, cuando quieren vilipendiar al pensamiento en nuestro actual post-modernismo —ya trátese del posmodernismo o de cualquiera que sea la siguiente etapa en el pensamiento humano.

Los que toman en serio la reflexión sobre el pensamiento religioso o el pensamiento científico no suelen tomarse tan en serio ellos mismos, sino que se declaran vivos al no cancelar la continua reflexión. No es difícil observar que algunos teólogos y científicos de a pie suelen evitar adoptar posiciones dogmáticas, pues suelen ser los que han entendido un poco más de qué trata el problema del conocimiento humano.

Wednesday, December 08, 2010

Niveles de abstracción

Muchos hemos participado —a querer o no— en diversas etapas de los esquemas de escolarización tradicionales: primaria, secundaria, preparatoria o vocacional, estudios universitarios, estudios de posgrado –maestrías y doctorados. Por supuesto, son muy debatibles las afirmaciones que hacen corresponder el grado escolar con el desarrollo espiritual humano demostrable —con desarrollo espiritual humano me refiero a una perspectiva holística del asunto: desarrollo intelectual, emocional, físico, social, etc.

Hay quien propone a la progresión en grados escolares como una progresión en cada vez más elevados niveles de abstracción; más aún, que tal idea es la idea principal detrás de tales esquemas de escolarización. Así, el individuo sería capaz de realizar operaciones intelectuales cada vez más sofisticadas: sentir, percibir, analizar, sintetizar, hacer sinopsis, generalizar, concretar, clasificar, sistematizar, filosofar, etc.

Desde luego, es muy debatible afirmar que la única manera para alcanzar un buen grado de ejercicio en esos niveles de abstracción sea por la vía de la escolarización. Pero la constante parece residir en si el individuo logra o no adquirir las habilidades superiores de lectura aludidas en la página: ¿Es importante saber leer?

Saber leer un texto, un evento, saber leer nuestras propias percepciones, es uno de los elementos clave para poder acercarnos, aunque sea un poco, a lo que está más allá de nuestra propia nariz. Por ejemplo, una solución aproximada ante el tenaz debate entre empiristas y racionalistas fue lograda por Kant ejerciendo su capacidad intelectual para identificar que los oponentes proponían desde niveles de abstracción incompatibles. La síntesis de Kant proponía conciliar ambas posturas desde otro nivel de abstracción distinto, y más general, al de los oponentes.

El ejercicio de diferentes niveles de abstracción también es indispensable en las empresas filosófica, científica, teológica, etc. Así, para los que nos resistimos a dar por sentadas las respuestas populares de la época, podremos encarar individualmente nuestras preguntas importantes: ¿Qué significa esto o aquello? Por ejemplo: ¿Qué significa esta escritura?

¿Qué significa esta escritura?

Alguien preguntó: “¿Qué significa esta escritura?”, buscando entender el texto de determinado pasaje bíblico, le comenté lo siguiente —el pasaje bíblico particular en cuestión es irrelevante para lo que pretendo enfatizar aquí:

La pregunta es muy interesante —como casi todas las preguntas—. El sólo hecho de hacer la pregunta ya refleja una lectura cuidadosa, un considerable grado de interés en los pasajes bíblicos, muestra prudencia para no llegar apresuradamente a conclusiones sobre lo que se está leyendo. Me parece muy bien. Te felicito por tu pregunta, pues ya mismo me hiciste pensar en algo que a mí mismo me interesa y quisiera saber.

Así como ese tipo de pasajes, hay muchos más en donde yo quisiera saber más pues las respuestas que he escuchado ya no me resultan suficientes. Pienso que hay más, mucho más, que se puede obtener de la lectura bíblica. Pienso que quedarse siempre con las mismas respuestas no refleja un interés y gusto creciente por la lectura bíblica. Así que, aunque he conseguido algunas respuestas para escrituras que han sido complicadas para mí, por ejemplo la pregunta acerca del tercer cielo, remito la página: El tercer cielo, también pienso que esas mismas respuestas las voy a desechar o mejorar en el futuro.

Pero, me declaro por completo ignorante al respecto. No tengo ni la más pálida idea de qué pudo haber sido lo que tenía Jesucristo en mente cuando dijo esas palabras. De hecho, los textos bíblicos que leemos hoy en día son el resultado de, más o menos, dos mil años de un proceso largo y complejo. Como tengo interés en entender, he buscado escuchar a quienes han estudiado estos temas muchísimo más que yo, y a otros que no han estudiado tanto. He encontrado que no todos están de acuerdo en una sola perspectiva de estudio y comprensión.

Hay quienes dicen que debemos entender lo que leemos tan sólo con base en nuestro contexto actual, es decir, algo así como sacar una conclusión que te sirva, que te sea práctica en una situación de hoy en día, sin que le des importancia a qué pudo significar en la época cuando se dijo. Hay otros que dicen que es necesario estudiar el contexto histórico de la situación en la Palestina de la antigüedad y sacar una conclusión con base en tal estudio. Hay otros que dicen que no debes tratar de entender por ti misma, que debes creer sólo lo que te diga una autoridad religiosa. Hay otros que dicen que tratar de entender más es un pecado. Hay otros que dicen que no es posible saberlo ni entenderlo, que ni siquiera lo intentes pues tú nunca llegarías al nivel académico teológico para lograrlo. Hay otros que dicen que no te compliques la vida, que te saltes esa parte y sólo tomes otras que te resulten más fáciles. Hay otros que dicen que no te preocupes por eso ahora, que cuando mueras todo lo entenderás y que ahora sólo basta sentirse feliz y contento. Hay otros que dicen que estas son discusiones bizantinas —es decir una discusión ineficaz, intempestiva o demasiado sutil— y que mejor ocupes tu tiempo en otros quehaceres. Hoy otros que dicen que tu interés en las posibles respuestas es algo loable pero opcional, que si quieres puedes desistir de tu interés y no pasa nada, es decir, tu interés es intrascendente. Hay otros que dicen que lo importante es conocer la opinión general del grupo social al que perteneces y adoptar tal opinión para estar unido con dicho grupo social, sin importar ninguna otra profundización. Hay otros que dicen que lo importante es investigar todas las posibles respuestas para lograr una que sintetice un panorama que las incluya a todas, sin importar que algunas se contradigan. Hay otros que dicen que es necesario adoptar un proceso continuo de análisis de las respuestas para lograr comprender, primero, la idiosincrasia detrás de cada respuesta, y segundo, para adoptar la respuesta de la idiosincrasia con la que más te identifiques personalmente. Hay otros que dicen que lo importante es que digas lo que tú crees que dice el texto para que, analizando tu respuesta, llegues a conocer más de ti misma. Hay quienes dicen que la Biblia se debe leer como lo que es, un texto religioso antiguo, y que es necesario primero tener algún grado académico en Literatura y letras clásicas para poder abordarlo como lo que es, y que de otra manera no hay forma que la entiendas. Hay otros que tan sólo te dicen que confíes en Dios, y pasan a otro tema de su interés y que no necesariamente es de tu interés. Hay quienes dicen que el texto bíblico descendió del cielo directamente a las manos de los apóstoles de Jesucristo y contiene las palabras sagradas directamente de la mente de Dios para ti, y que su mensaje es tan claro y perfecto que sólo los endemoniados no pueden entender, y que si no lo entiendes entonces es señal de que estás en pecado y lejos de Dios. Hay quienes dicen que para entenderla es necesario primero estudiar filosofía y teoría del conocimiento para que tú misma te aclares qué quieres decir cuando usas la palabra “comprender” y luego, utilizando el camino de la duda metódica, vayas construyendo una respuesta a lo largo de todos los años que dure tu interés. Hay otros que te ven con compasión o extrañeza y no te dicen lo que piensan, tan sólo pasan a otro tema. Hay otros que dicen que primero debes elegir una combinación de maneras de estudiar y comprender, que las intentes para llegar a una comprensión preliminar del asunto, y después intentes con otras maneras adicionales de estudiar y comprender para ampliar tu panorama. Hay otros que te recomiendan tomar los cursos que les han servido a ellos y pasan a otro tema.

En fin, podría la lista seguir hasta enlistar el tipo de opinión de cada individuo con quien he tratado el tema. Pero una pregunta relevante al caso me parece es: ¿Cómo vas a lograr una comprensión de la lectura que mencionas?