Oportunismo y cinismo
“Señor Presidente: ¡sí, debe usted invertir más en educación!”
La frase es impecable y atina a describir parte de la realidad. Pero, cuando es pronunciada por quien recibirá un cuantioso beneficio económico personal como resultado de dirigir más recursos públicos al gremio de maestros y sus sindicatos, cabe la duda de a qué termina refiriéndose dicha frase. Pues así pronunciada, de forma aislada, no deja en claro si el aumento en la inversión tendrá algún efecto verificable en el desarrollo de las facultades críticas de los alumnos —rasgo de la educación propiamente dicha— o sólo se traduce en la autocomplacencia de unos pocos, así mismos llamados, “maestros”.
Ya los sofistas en la antigüedad usaban el lenguaje no con la intención de provocar la reflexión sobre el ser humano y su conducta, sino sólo para persuadir y comprobar que el abuso del lenguaje “funciona” para controlar el pensamiento y el comportamiento de las audiencias acríticas y enajenables.
Otra forma de oportunismo cínico es aquella del pensamiento dogmático que, en su manifestación religiosa, toma a conveniencia los relatos de la filosofía de la Ciencia acerca del positivismo para afirmar su posición gnoseológica. Me parece cínico adoptar una pose pretensiosa con la que buscan impresionar a sus feligresías con pronunciamientos muy positivistas. Afirman conocer la verdad de sus dogmas como si estos pudiesen ser corroborados de manera consistente e imparcial. Por otro lado, e irónicamente, otras manifestaciones del pensamiento dogmático se pueden observar entre quienes toman a la Ciencia como otra forma de religión, a decir de su conducta en contra de quien cuestione cualquiera de sus dogmas.
Ambos casos de oportunismo y cinismo en el pensamiento dogmático son casos de una adopción de posiciones que no terminaron de entender, son casos de una adopción a medias, a conveniencia. Aparentan haber adoptado el positivismo lógico en contra de quienes se atreven a cuestionar la modernidad. Pero sólo lo adoptan para lo que les conviene. Por ejemplo, cuando quieren vilipendiar al pensamiento en nuestro actual post-modernismo —ya trátese del posmodernismo o de cualquiera que sea la siguiente etapa en el pensamiento humano.
Los que toman en serio la reflexión sobre el pensamiento religioso o el pensamiento científico no suelen tomarse tan en serio ellos mismos, sino que se declaran vivos al no cancelar la continua reflexión. No es difícil observar que algunos teólogos y científicos de a pie suelen evitar adoptar posiciones dogmáticas, pues suelen ser los que han entendido un poco más de qué trata el problema del conocimiento humano.
2 Comments:
Un autor que me ha fascinado, aunque no he encontrado casi nada de él aún, es Pierre Duhem. Desde el "sentido común" o "buen sentido" hace una crítica excelente a las posiciones dogmáticas en las ciencias. Según él, el sentido común es esa capacidad de ser prudentes al evaluar teorías, hipótesis, tradiciones, etcétera. El ser prudente como una capacidad no rigurosa como la metodología deductiva, cumple siempre una función importante en las personalidades críticas y abiertas al diálogo, a la discusión, al debate de posiciones sin enclaustrarse en una verdad única. Hoy como siempre nos sigue haciendo falta ser más prudentes, atender al sentido común y no por ello ser menos racionales.
Por la primera parte del texto adivino que somos compatriotas ¡pobre de nuestra pobre educación mexicana!
Un saludo.
Héctor Eduardo
Muchas gracias Eduardo, por tu comentario y por la referencia a Pierre Duhem. En la librería El Sótano, DF, encontré una obra de él: La teoría física.
Ya la incluí en mi lista de lectura.
Saludos.
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