Inteligencia humana

De acuerdo con Ken Robinson, la inteligencia humana es diversa, es dinámica, y es distinta —del inglés: «distinct» reconociblemente diferente en naturaleza. Eso coincide con la enorme gama de personas que encuentro muy inteligentes o que sospecho que son muy inteligentes, y que por supuesto son muy diferentes a mí. Esas propiedades de la inteligencia humana explicarían entonces, en parte, mi fascinación por contemplar y admirar las ideas profundas de otras personas, aun si estas ideas no coinciden con las mías. Pues así pueden iniciar mis aprendizajes, es decir, así puedo cambiar mis ideas por unas mejores, por unas con un mejor fundamento. O así hay posibilidad de mejorar el fundamento actual de las ideas que ahora me parecen buenas.

Ante la mención de mi interés por la Filosofía no ha faltado quien afirme que estoy obligado a tomar una postura o síntesis de posturas en particular. Pues es muy probable que en la historia de la Filosofía ya se hayan planteado las creencias que hoy albergo o que podría llegar a albergar. Quizá eso sea cierto. En todo caso mi posición actual es la del aprendizaje continuo, la del cuestionamiento permanente, y la de mantenerse abierto a mejorar mis creencias o a cambiarlas por unas mejores. El ejercicio filosófico más fundamental es lo que mantengo ahora como mi posición “oficial”.

Por lo cual, no es sorpresa que tenga mucho interés por aquella posición filosófica conocida como librepensamiento, un punto de vista filosófico que sostiene que las opiniones deben ser formadas sobre la base de la ciencia, la lógica, y la razón, y no deben ser influenciadas por autoridad, tradición o dogma alguno.

Además, mi énfasis en el aprendizaje —que no en la enseñanza— me hace coincidir con las perspectivas que urgen cambios en los sistemas educativos de hoy.