Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Thursday, May 03, 2012

«¡Hay un Dios Vivo!»


¡Peligro! Una cantidad por determinar de realidad está presente en el siguiente fragmento. No debe continuar leyendo a menos que cuente con alguna disposición para el posible dolor que esas cantidades por determinar de realidad suelen infringir cuando las recordamos; de otro modo, si no cuenta con esa disposición, por favor aléjese de esta página. Queda usted advertido.

«¡Hay un Dios Vivo!»

«Sí, sí hay una realidad absoluta y es aquella respaldada por los hechos irrefutables, incorregibles e inmutables. Por lo tanto, sí hay una religión cuyo sólido fundamento es esa realidad, una religión cuya verdad vigente y objetiva es la que hace corresponder sus conceptos con la conducta de millones y millones de personas en la sociedad; desde hace mucho tiempo y tal como lo es al día de hoy. Aquel que dude de la realidad y de la verdad de esta religión ¡sea anatema! —pues ha perdido contacto con el firme terreno que sostiene su propia existencia. Esa religión es la del mundo real, práctico y palpable, por lo que está más que justificada para elevarse al estatus de religión única, La Religión Verdadera. Ella es el camino que nos conduce a la más grande divinidad, al Altísimo Señor Dios Todopoderoso llamado: Dinero. ¡Postrémonos todos!

Él vive y gobierna soberano desde Sus gloriosos templos bancarios, bursátiles y financieros, y es venerado en todo el mundo por Sus grandes obras; pues no hay sociedad alguna que funcione, u ose funcionar, a no ser con la venia de Su Santísima Voluntad. Nada supera Su Gran Poder, Su Gran Poder sólo es comparable con el poder de la muerte. Jamás Su Gran Poder ha sido puesto en tela de duda, y jamás nunca nadie, por los siglos de los siglos, dudará de Su plena y patente existencia y de Su Absoluto Gran Poder.

Por supuesto, esta Religión Verdadera es la Santa Madre religión de donde proceden las religiones institucionalizas; entre sus hijas predilectas están las tradiciones religiosas abrahámicas —el judaísmo, el cristianismo y el islamismo—, las cuales retozan más vigorosas que nunca, hoy en día, para el Honor y para la Gloria de su Altísimo Señor Dios Todopoderoso Dinero. La progenie es indudable pues ellas nunca jamás han siquiera vislumbrado una sociedad donde su Altísimo Señor no sea idolatrado, ni tienen contemplado jamás atreverse a considerar tal sociedad sin su Altísimo Dios Dinero. Este Señor Dios, con Su Gran Poder, mantiene un dominio absoluto de comando y control sobre la población en general por medio de sus prelados jerárquicos y ministros de culto, quienes resguardan y defienden una constante e irresistible veneración, acatamiento, sumisión e incuestionable adoración a su Altísimo Señor Dinero. Ellos mismos proclaman las loas, y promueven que se promulguen, día y noche sin cesar: ¡El Señor Dinero es bueno, es poderoso, es real, es práctico y nada se le puede oponer! ¡Por Su Gran Poder vivimos y nos esforzamos día con día y estamos más que dispuestos a morir por Él! ¡Todo es dominado por nuestro Señor Dios Dinero, Él nos proporciona el poder para ser buenos, incluso el pobre recibe caridad por medio de Él! ¡Nuestras decisiones, de día y de noche, las hacemos pensando y viviendo por Él y para Él! ¡Sus enemigos caen abatidos, inermes, ante Su Gran Poder! ¡Que lo memoricen y que lo repitan los niños de todo el mundo! ¡Que toda idea de educación gire entorno a Él! ¡Viva por siempre nuestro Señor Dios Dinero, glorias, aleluyas por los siglos de los siglos!

El Señor Dios Dinero, en Su infinita sabiduría, ha concedido la coexistencia de divinidades menores a Él, incluso estas divinidades podrían tomar opacas formas detrás de políticas moralizantes o autoritarias moralinas, pero Él ha dispuesto que ninguna de esas divinidades menores pueda superar Su Gran Poder y todo, ultimadamente, debe determinarse en función de Él. Además, con sublime y divina inteligencia, Él ha permitido que se le idolatre de muchas y variadas maneras, incluso muchas de ellas con disimulos. Por ejemplo, se le puede concebir como una simple e inofensiva herramienta de intercambio de valor, siempre y cuando nunca se cuestione ninguna noción popularizada de lo valioso. O también, se perpetúa su adoración por medio de aceptar su indispensable e innegable presencia para hacer el bien, a tal grado que ideas como el amor, la libertad, el altruismo, la filantropía, queden reducidos, invariable y prácticamente, a expresiones concretas en términos de Él. Un ejemplo más, quizá de los mejores, es admitir, sin el menor uso de las facultades propias, que es absolutamente imposible lograr que todo ser humano tenga lo necesario para vivir y morir de manera desarrollada y digna sin alabar a nuestro Dios Dinero, por la simple razón de que el egoísmo y la avaricia están en los genes de la especie y no tan sólo en su ambiente sociocultural; y además, porque siempre habrá pobres en la sociedad y que no hay caso en pensar diferente, pues, ultimadamente, así lo ha decretado nuestro Señor Dios Dinero.

Nosotros, como prelados jerárquicos y ministros de Su culto, hemos quedado investidos de inquebrantable fe y, rebosantes de la misma, afirmamos imperturbables: nosotros estamos aquí por la Voluntad de nuestro Señor Dios Todopoderoso Dinero, por lo tanto, nosotros decidimos el qué y el cómo en la sociedad; somos los depositarios de su gobierno, de su dirección y de su destino final, por lo que nadie más que nosotros tiene la encomienda de presidir a la sociedad como mejor y más adecuado nos parezca. Nuestras opiniones provienen de nuestro querido e idolatrado Santo Señor Dios Todopoderoso Dinero y buscamos Su Gloria y Su Honor, por lo tanto, y por fuerza, estamos en el único camino verdadero y correcto hacia la mejor sociedad posible. Nuestra sagrada misión incluye combatir y derrotar a los enemigos de nuestro Señor Dios. Esos enemigos que odian a nuestro Altísimo Dios Dinero, y quisieran acabar con Su Divina Existencia, son quienes deberán ser por siempre y para siempre exterminados. Si la sociedad llegara a caer en las manos de nuestros enemigos entonces estaríamos permitiendo que las puertas del infierno quedaran abiertas por completo y esta sociedad, como es y como funciona, se acabaría tal como la conocemos. Reforcemos, entonces, nuestra fe y seamos muy agresivos en siempre perseverar en la santa misión que nuestro sacratísimo Dios Dinero ha puesto en nuestras manos.

¡Hay un Dios Vivo! ¡Gloria a nuestro Santo Señor, el Altísimo Dios Todopoderoso Dinero!»

—Fragmento del discurso pronunciado por el Anciano Prelado ante la Gran Asamblea Anual del Sentido Común.

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