Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Saturday, March 31, 2012

Con medida

The Great Debate: "Has Science Refuted Religion?"

«¿La ciencia ha demostrado que la religión está equivocada?» —esa sería una traducción al español del título de un reciente debate entre, por un lado, los ateos Sean Carroll y Michael Shermer y, por el otro, los teístas Dinesh D'Souza e Ian Hutchinson. La ocasión confronta a Sean Carroll e Ian Hutchinson, ambos científicos de profesión, desde cada lado de la disputa.

¿El análisis de opuestos puede ayudarme a mejorar mis creencias? Quizá, pero de inicio se necesita la disposición para mejorar mis creencias y opiniones; de otro modo, si para lo único que sirve un debate es para tomar partido por uno de los opuestos entonces acaso la mejora de conciencia se quedó olvidada afuera de la ocasión.

Sólo yo puedo mejorar mis creencias y opiniones pues sólo yo puedo contemplar directamente mi contenido mental sobre un tema. No puedo mejorar las creencias y opiniones de nadie aparte de mí mismo; y el intento para manipular el contenido mental de otra persona —el enajenar— tiene poco soporte ético. En la intimidad y privacidad de mi vida interna ocurre la forma mental conocida como «juicio». Así pues, si con la medida en que tratamos de mejorar nuestra apariencia buscásemos mejorar nuestros juicios entonces los humanos como especie progresaríamos ante nuestros apremiantes problemas; como el de la violencia, el hambre, o la codicia desmedida.

¿Por qué pensar exageradamente en términos de extremos o categorías absolutas? Sospecho que la urgencia por actuar sin pensar mucho y las ganas de ajustarse al patrón social prevaleciente del cortoplacismo juegan un papel en la respuesta. Pues parece más simple interpretar todo sólo en términos opuestos: ateo—teísta, rico—pobre, blanco—no-blanco, normal—anormal, culto—inculto, masculino—femenino, nacional—extranjero, ellos—nosotros, etc. Estos opuestos parecieran ser los extremos de una línea recta.

Sin embargo, las palabras son símbolos de comunicación pero no son las cosas de la realidad sobre las que queremos comunicar algo; es decir, la realidad no está obligada a ajustarse a las categorías de nuestro lenguaje. Nosotros, por el contrario, si buscamos orientarnos hacia la realidad entonces debemos tomar el lenguaje como lo que es y no confundirlo con la realidad misma. Por ejemplo, decir algo, como “soy teísta”, es relativamente fácil. Pero lo relevante no es decirlo sino demostrarlo; es decir, lograr la coherencia entre lo que se dice y se hace. Hay quien afirma su teísmo tan sólo por un sentido de autocomplacencia y de sentido de pertenencia a un “nosotros” por encima de “ellos” pero simultáneamente ignora por completo el compromiso social con los demás que las cosmovisiones teístas típicamente demandan. En términos de hechos —y no sólo de palabras— la distinción entre el teísmo y ateísmo se hace, irónicamente, difusa —aquí «ironía» en su acepción de figura retórica.

Otra ironía de pensar sólo con base en opuestos es lo que termina por ser una forma de gatopardismo: cambiar de opinión para terminar opinando lo mismo. Es decir, por ejemplo, si un ateo, quien afirma saber la no existencia de los seres del mundo sobrenatural, se convirtiera en religioso y afirmara rotundamente estar seguro de la existencia de lo sobrenatural, entonces el lenguaje en la superficie de su conciencia cambiaría pero su esquema mental en el fondo permanecería siendo el mismo: el dogmatismo exagerado. Por eso ya antes he reflexionado que teísmo y ateísmo son dos lados de la misma moneda dogmática. Por lo que si alguien cambia entre este tipo de opuestos —cuya base sólo es el lenguaje— en realidad sólo está cambiando en lo superficial. Así vemos que tomar distancia real de un opuesto no significa ir al otro extremo pues ambos extremos son equivalentes. Ahora esos supuestamente opuestos parecieran ser el mismo punto.

Por otro lado, ¿cuál es el punto más alejando entre dos opuestos? Para responder y si nos orientamos por lo ya dicho entonces deberemos buscar algo que provenga de un esquema mental diferente a la oposición. ¿Qué tal la mediación? ¿Qué tal un punto donde se aprecie mejor lo que pueda tener de razón cada opuesto?

La síntesis de opuestos por medio de un proceso dialéctico, donde lo mejor de la tesis se une con lo mejor de su antítesis, podría ser una ruta hacia la mejora de mis creencias y opiniones. Lo cual se traduce en la idea de «punto medio» en el razonamiento ético clásico; en el cual la medida, la cordura, la prudencia, la moderación, son símbolos lingüísticos de una aproximación posiblemente más cercana a la realidad.

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