Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Saturday, March 26, 2011

Forma simbólica

En el contexto de la antropología filosófica ¿Qué es una forma simbólica? Una malla o tejido de signos lingüísticos a través del cual observamos a la realidad. Un enfoque o perspectiva con la cual damos cuenta ante nosotros mismos de la realidad en términos de símbolos o elementos de nuestro lenguaje. Un andamio o muleta sobre la cual apoyarse para darnos un relato inteligible de nuestro vivir en la realidad humana. Pero, si la realidad es como un terreno al que nunca podremos acceder directamente sino sólo a través de mapas, si la realidad es la materia en sí siempre inaccesible, siembre velada, entonces el ejercicio de crear mapas de símbolos para guiarnos en dicha realidad es un ejercicio esencialmente humano. De otro modo, sin mapas, no podríamos habitar tal realidad.

La mención anterior de materia y forma se refiere a la teoría del conocimiento que distingue, por un lado, a la materia como el tema general u objeto de atención, y por otro, a la forma como el aspecto particular de dicho tema u objeto que nos interesa contemplar. La materia es por sí misma, está ahí, pero la forma la aporta quien hace la contemplación. La materia recibe su determinación de la forma que el observador imprime sobre ella. Por eso la expresión del humano sobre un tema u objeto dice más de ese humano que dice del tema u objeto. La acción interpretativa es la intencionalidad que estampa una forma particular a la materia, una manera de observar a la materia, nunca directamente sino por representaciones simbólicas presentes en el lenguaje. No podemos observar a la realidad directamente, siempre la vemos a través de los lentes del lenguaje, por medio de las formas simbólicas.

El lenguaje juega el rol de determinar la experiencia humana, es decir, la manera en que experimento el mundo está pre-estructurada por el lenguaje que utilizo. Es el estructuralismo, como escuela de pensamiento, que inició el trabajo lingüístico de Ferdinand de Saussure, en el continuo intento del ser humano para entender los constituyentes más profundos de su ser.

En el esfuerzo explicativo de teorías antropológicas y métodos de indagación filosófica, como el estructuralismo de Claude Lévi-Strauss o la hermenéutica de Hans-Georg Gadamer, se apunta al muy importante y activo rol de la mente del observador en la formación de patrones culturales comunes, como el mito, el ritual, y el propio lenguaje. La idea de mito tiene una fama popular de referirse a la patraña, lo falso, o la mentira; y sin embargo, el pensamiento mítico, estudiado con mayor profundidad, lo encontramos engarzado en la esencia del fenómeno humano, desde el humano primigenio. El mito es resultado del impactante encuentro con una realidad cuya explicación es inalcanzable. La realidad irrumpe arrolladoramente en la vida y para poder continuar habitando tal realidad el humano crea una narración sobre la cual se pueda apoyar y dar sentido a su existencia. El mito es esa narración, el mito es una forma simbólica, así como lo son también la religión o la ciencia. El mito, como forma simbólica, es algo intrínseco en lo humano, resulta algo indispensable para habitar la realidad.

Un ejemplo es el mito fundamental: el mito de la muerte. Subrayo que en este punto ya no estoy considerando la idea superficial y peyorativa de mito como algo falso, pues qué puede ser más cierto que la muerte misma. Aquí considero a la idea de mito como el resultado de la ruptura del estado ordinario de existencia proveniente de una realidad más alta que no se puede comprender, de una realidad completamente otra, que para poder seguir habitándola el humano interpreta simbólicamente. El humano hoy debemos nuestra existencia a esa interpretación mítica que hizo el humano primigenio.

He escrito en el pasado acerca de lo negativo del pensamiento mítico-místico-mágico-religioso, acerca de la superficialidad y la enajenación que provoca la ignorancia y el estado desinformado promovido por los abusivos sistemas religiosos institucionales, que bien pueden ahora ser mejor caracterizados como negocios o corporativos dedicados al comercio del miedo. ¡Hace rato que dejaron de ser religión!, pues consienten en una interpretación vulgar y pueril de la experiencia básica humana que, de otro modo, podemos utilizar a nuestro favor para transformarnos: la idea de lo sagrado, de lo absoluto inalcanzable, del conjunto de las fuerzas físicas universales.

Además, he escrito acerca de la penetración del dogmatismo en muchas comunidades, incluyendo algunas comunidades científicas. Entre menos haya, en la sociedad, de esa vulgar interpretación del mito y de la religión, mejor; en el mismo sentido por el cual es mejor un menor nivel de delincuencia en nuestras sociedades.

Sin embargo, si bien es cierto que los sistemas religiosos institucionales han atestado intolerables agravios en contra, precisamente, del pensamiento religioso profundo, también es cierto que no resulta valioso dedicar más tiempo a emprender una inquisición en contra de los sistemas religiosos de dogmatismo exagerado. Allá ellos.

El pensamiento mítico-místico-religioso es algo que el humano evoca ante la realidad que lo aborda de forma imponente y al no lograr entenderla crea símbolos para habitarla, para inventar su realidad e inventarse a sí mismo, al narrar su existencia ahí. El pensamiento mítico tiene un lugar inherente en lo humano. Por lo que creo que el pensamiento religioso y las formas de expresión religiosa, inevitablemente, nos acompañarán de manera indefinida.

Dadas así las cosas, la investigación cultural ofrece enormes horizontes para proseguir en el entendimiento de uno mismo. Explicar ante uno mismo lo profundo de la mitología, el misticismo, la religión, alejándose de sus aspectos superficiales y dogmáticos, parece una vena adecuada para mi proyecto de teología filosófica.