Religión vulgar
Desde mi juventud he desarrollado, poco a poco, lo que ha llegado a ser un enorme desprecio por la interpretación vulgar —descuidada— de la religión (ver: ¿La fe ciega es un estado enajenado?). Una interpretación en la cual lo humano está por debajo en importancia ante lo supuestamente divino. Donde la mentalidad y la conducta de muchos prelados y sus fieles adeptos contradicen lo positivo de la religión de la manera más ruin e incoherente. Incluyendo la genuflexión, basada en el miedo, ante la idea de dioses y entes sobrenaturales, de diablos y dioses neuróticos, de espíritus psicóticos y deidades caprichosas.
La religión es algo humano, muy humano, y veo difícil —aunque posible— que alguien pueda desarraigar de sí mismo toda interpretación mítico-místico-religiosa ante la imponente realidad natural. Pero me refiero a la disposición religiosa profunda de la mente humana, la que corresponde a la narración que hace el animal humano ante los mitos fundamentales, como por ejemplo la muerte. Para un breve soliloquio de esto último, ver: Magistral.
Por lo cual observo que la religión vulgar nos defrauda en lo más elemental como humanos, usurpando el lugar que le corresponde al pensamiento religioso profundo, ese que nos conecta con las raíces antropológicas que, también, nos ayudan a habitar la impersonal y hostil realidad natural. En este pensamiento no hay dioses ni demonios sino los que el propio humano imagine como símbolos del amor, del odio, de la mentira, la fuerza, la libertad, etc. Pero también el pensamiento religioso profundo es lo que puede sublimar la existencia humana, tal y como lo puede hacer la alta poesía.
El título de mi texto La religión como poesía tiene la intención de provocar, de incitar, la reflexión. Aunque ahí sólo estoy diciendo que el pensamiento mítico-místico-religioso profundo comparte con la alta poesía un mismo ámbito: el de la libertad de conciencia. Pues en otros ámbitos, como el de la ciencia natural, no debemos esperar que haya libertad de conciencia.
Para algunos, es lo profundo de la religión lo que se busca, lo que ayude a entendernos en nuestra realidad, pero desgraciadamente es la religión vulgar lo que se encuentra con mayor frecuencia. Por eso mi proyecto de teología filosófica pretende desarrollar una teoría teológica libertaria, que ayude a conectar a una persona con su profundidad humana, mortal. Libre de dogmatismos y del opio religioso. Creo que así se podría apreciar mejor al humanismo naturalista que, a través del pensamiento científico, logre personas con mejores bases para afrontar el futuro en este nuestro planeta Tierra.
La necesidad de ese proyecto teológico-filosófico se constata al observar las actitudes provenientes de la religión vulgar (algunos ejemplos en: La infamia del pensamiento débil), presentes incluso entre muchos miembros de la comunidad científica. Para un ejemplo sería suficiente escuchar a los fanáticos de la teoría de cuerdas en la física teórica actual.
Enfatizo que un análisis amplio de lo humano, que incluye por supuesto el sentido de fondo en el pensamiento mítico-místico-religioso, no implica en ningún momento que dicho análisis acredite la equivocada interpretación vulgar de la religión. Tampoco que legitime el pensamiento mágico sobrenatural ni el espiritualismo. A esos, por sus consecuencias, se justifica su denostación. Para un ejemplo de qué justifica tal denostación ver: ¿Apología de la religión?
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