Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Friday, April 22, 2011

La religión como poesía

¿Será posible que el ser humano pueda permanecer privado por completo de interpretaciones religiosas de su propia vida y del mundo?

En el contexto de las tradiciones religiosas abrahámicas, la fe parece ser una disposición con la que se cuenta por completo o se carece del todo, es decir, no se aceptan niveles de fe. ¿Cómo entender la exigencia de fe por parte de la religión? ¿Por qué la fe es una obligación en el ámbito religioso? Es cierto que la fe como confianza es requisito indispensable para vivir, incluso para iniciar un día es necesario no reconsiderar el supuesto que aparecerá el Sol por el horizonte, esa es la fe animal descrita por George Santayana. Por otro lado, y en el contexto señalado, estamos hablando de la fe teologal, la que, en el caso del cristianismo, dictó dogmáticamente la comunidad que después llegó a ser la iglesia dominante en la Roma antigua. La época actual heredó ese dogma ante el cual se exige una confianza absoluta. Pero, ¿cuál patrón de consistencia podría sostener una confianza absoluta?, ¿sobre qué se basa dicha confianza?, ¿en cuál ámbito se justifica el nivel de confianza exigido por la religión?

Para entender la fe teologal, como certeza articulada, es necesario explicarla en un campo distinto al campo dominado por el conjunto de las fuerzas de la Naturaleza. De otro modo, si se pretende mantener a la fe teologal frente a la dictadura natural, entonces estamos en presencia de una descomunal malinterpretación: confundir la fe como conocimiento, mezclar la fe con lo que debe fundamentar la conducta. De ahí, de ese tropiezo, se llega a la justificación de actos atroces en contra de la humanidad por los cuales la religión, vulgarmente interpretada, se ha ganado tan mala fama.

La fe teologal tiene su justo lugar en formas simbólicas de expresión estética, donde la libertad de conciencia tiene su pleno desarrollo sin presunciones exageradas y sin las consecuencias negativas provocadas al mezclar indebidamente la fe teologal con el campo del realismo. El pensamiento religioso es una interpretación simbólica que comparte el mismo ámbito que el pensamiento poético. La más sublime reverencia y devoción a la idea de lo absoluto —lo sagrado— puede ser expresada libremente y sin límites en el campo poético. Nadie está obligado a aceptar como cierto o falso el contenido de la expresión estética. Ya esto representa un significativo desarrollo de la subjetividad, ya sirve para la vida interna, personal; y al manifestarlo, ya muchos podrían disfrutar y enriquecerse por tal subjetividad a través del pensamiento estético y de su ejercicio.

La libertad de conciencia reina suprema en el pensamiento religioso profundo, así como lo hace en la alta poesía. Una conexión intensa con el lenguaje y con las bases de lo humano, una fantasía creadora y una pasión intelectual, una viva imaginación al filosofar y al teologar, caracterizan a una alta poesía, del mismo modo que caracterizan al ejercicio teológico-filosófico.

Si alguien interpreta estos párrafos como una denostación del pensamiento religioso vulgar —no especializado, por ejemplo el biblicismo o literalismo bíblico—, no está muy lejos de mi intención de fondo; pero enfatizo, claro debe quedar, que no denuesto en modo alguno a las personas en sí, sino a las consecuencias sociales provocadas por las malinterpretaciones populares e incautas. Del mismo modo, si alguien interpreta mis palabras como una exaltación al esmero por indagar y explicarse ese sentido místico-religioso profundo de la vida humana, entonces se acerca a la comprensión de lo valioso en perseguir una teoría teológica libertaria.

Parece necesario aclarar que una teoría teológica puede plantearse tanto para intentar legitimar a los sistemas doctrinales establecidos —por ejemplo por las tradiciones abrahámicas— como para instaurar un nuevo orden en el imaginario personal que nos exima de los agotados dogmatismos de dichos sistemas religiosos establecidos. Dada la gran cantidad de personas que supuestamente son muy religiosas en nuestras sociedades y que al mismo tiempo han sido defraudadas en exceso por sus sistemas doctrinales dogmáticos al no ser debidamente informadas de qué es la religión, es que se hace relevante promover una cultura de indagación teológico-filosófica que nos ayude a proseguir «en la búsqueda de respuestas últimas congruentes con las respuestas próximas que ofrece la realidad científica de la Ciencia natural. Pero sin el temor ni el temblor que proponen las agotadas teologías basadas en dogmas; es decir, sin el opio religioso» —¿Para qué teología filosófica?

La religión, como forma simbólica, servirá también para conocernos a nosotros mismos. Sucede como en la apreciación estética: al reflexionar sobre nuestra experiencia ante una obra artística llegamos a conocer más de nosotros mismos que de la obra en cuestión. El escritor irlandés George Bernard Shaw dijo algo como «El espejo se usa para verse el rostro; el arte para verse el alma». Una teoría teológica, ya sea insulsa o profunda, dice más de quién se la apropia que dice de los dioses.

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