Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Sunday, December 15, 2013

Certidumbre y vicio

En la confrontación entre Iglesia católica y Estado mexicano, durante la llamada «Guerra Cristera», 1926-1929, cada bando, desde sus prelados jerárquicos correspondientes, se acusaron mutuamente de corromper la mente de niños y jóvenes, de pulverizarles sus principios cívicos y morales, de destruirles el cerebro y pudrir la preciosa sociedad que cada bando intentaba edificar; uno con su catecismo y otro con su escuela pública. Entre tanto, quien la sufrió más que cualquier prelado fue el pueblo, en contra del mismo pueblo.

El peso de la responsabilidad no podría ponerse sólo sobre la espalda de los prelados y dirigentes de poder y autoridad jerárquica. La responsabilidad estaría repartida entre todos, cada cual según su participación.

Asimismo, la confrontación entre poderes político, económico, educativo, social en México hoy conlleva una justa repartición de responsabilidades, pero en lugar de escuchar un reconocimiento de la responsabilidad propia lo que se escucha con más frecuencia no es la autocrítica sino la acusación mutua.

¿Qué es lo que de fondo pervierte, corrompe y pulveriza los principios cívicos y morales, destruye el cerebro de los jóvenes y adultos por igual, y pudre nuestra sociedad desde adentro? Arriesgo un atisbo de una posible respuesta: los vicios intelectuales. En otras palabras, la mentalidad derivada de la necesidad desenfrenada de certidumbre y de control.

Los dirigentes, públicos y privados, junto con todos sus empleados y proveedores, compartimos la responsabilidad de lo que nos sucede. ¿En qué punto dirigir y administrar con base en certezas que no lo son se convierte en una forma de charlatanería? ¿Hasta qué punto los mandatarios, directivos, gerentes, empleados y proveedores de cierta mentalidad, basada en la certidumbre y el control, contribuimos a mantener una gran simulación de civilidad o de democracia?

Quizá no sea necesario abandonar la ilusión de control y de certidumbre, tan sólo redirigir su objetivo. Es decir, hay certezas aunque tal vez no son las que quisiéramos. Por ejemplo, hay certeza de que ignoramos por completo muchas cosas importantes; hay certeza en que ignoramos mucho de lo que creemos saber; y sí tenemos algo de control sobre lo que podemos hacer al respecto. Explorar la ignorancia propia (¿A qué grado llega mi ignorancia?) es una manera para evitar el vicio intelectual ya señalado.

Estamos de acuerdo, Bertrand Russell, o cualquier otro filósofo, debe ser entendido en su propio contexto y no deben ponerse en su boca palabras que no ha dicho. Por eso, precisamente, se hacen necesarios la reflexión y el análisis filosóficos de ideas como las siguientes:

«La demanda de certidumbre es natural en el humano, pero es sin embargo un vicio intelectual. Si lleva a sus hijos a un picnic en un día incierto, exigirán una respuesta dogmática sobre si va a estar bien o lloverá, y estarán decepcionados de usted cuando no pueda estar seguro. El mismo tipo de garantía se exige, en la vida adulta, a los que se comprometen a llevar a las poblaciones a la Tierra Prometida. ‘Liquidemos a los capitalistas y los sobrevivientes podrán disfrutar de la felicidad eterna.’ ‘Exterminemos a los judíos y todo el mundo será virtuoso.’ ‘Matemos a los croatas y dejemos que los serbios reinen.’ ‘Matemos a los serbios y dejemos a los croatas reinar.’ Estos son ejemplos de las consignas que han ganado amplia aceptación popular en nuestro tiempo. Incluso un atisbo de filosofía haría imposible aceptar tan sanguinaria tontería. Pero mientras los hombres no estén capacitados para suspender el juicio en ausencia de evidencia, serán descarriados por engreídos profetas, y es probable que sus líderes sean o fanáticos ignorantes o deshonestos charlatanes. Soportar la incertidumbre es difícil, pero también lo son la mayoría de las demás virtudes. Hay una disciplina adecuada para el aprendizaje de cada virtud, y para el aprendizaje del juicio suspendido la mejor disciplina es la filosofía.» —Bertrand Russell. Filosofía para laicos. 1946.

 

«The demand for certainty is one which is natural to man, but is nevertheless an intellectual vice. If you take your children for a picnic on a doubtful day, they will demand a dogmatic answer as to whether it will be fine or wet, and be disappointed in you when you cannot be sure. The same sort of assurance is demanded, in later life, of those who undertake to lead populations into the Promised Land. 'Liquidate the capitalists and the survivors will enjoy eternal bliss.' 'Exterminate the Jews and everyone will be virtuous.' 'Kill the Croats and let the Serbs reign.' 'Kill the Serbs and let the Croats reign.' These are samples of the slogans that have won wide popular acceptance in our time. Even a modicum of philosophy would make it impossible to accept such bloodthirsty nonsense. But so long as men are not trained to withhold judgment in the absence of evidence, they will be led astray by cocksure prophets, and it is likely that their leaders will be either ignorant fanatics or dishonest charlatans. To endure uncertainty is difficult, but so are most of the other virtues. For the learning of every virtue there is an appropriate discipline, and for the learning of suspended judgment the best discipline is philosophy.» —Bertrand Russell. Philosophy for Laymen. 1946.

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