Persona y opinión
Si consideramos que las personas y las opiniones son dos cosas distintas entonces podemos ver con claridad que las personas ya tenemos un valor intrínseco que no necesita ser demostrado, pero las opiniones no tienen ese valor intrínseco. Las personas podemos ser sujeto de tolerancia, pero las opiniones no necesitan tolerancia, mucho menos respeto.
Pretender que las personas son lo mismo que sus opiniones es un tropiezo grave que conlleva el relativismo epistemológico. Ese tropiezo consiste en aceptar que todas las opiniones son iguales y que todas merecen “respeto” por igual. Es un grave error porque no todas las opiniones son iguales, y porque las opiniones no requieren respeto sino demostración y evaluación. Las personas, por otro lado, sí requerimos mantener nuestra dignidad y sí somos sujetos de una inherente e incondicional tolerancia, pero las opiniones no.
Además, partamos de que respeto y tolerancia son dos cosas distintas. Así es posible tolerar a las personas y convivir sin odio ni miedo a lo diferente, pero no tengo por qué respetar a todas las personas pues algunas personas estarán muy lejos de mi respeto. Puedo tolerarlas, pero no respetarlas. En mi sistema axiológico el respeto aparece más cerca de la amistad que de la tolerancia.
Por otro lado, si una persona se considera una y la misma cosa con su opinión, ¿no estaría ausente entonces la autocrítica? Y si ese es el caso, ¿qué base habrá para decir que es una persona auto-cultivada?
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