Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Sunday, December 15, 2013

Filosofía y paga

El artículo de Manuel Pérez Rocha «Filosofía, ¿para qué?» amerita muchas reflexiones. Aquí comentaré su párrafo:

«Después de analizar el desarrollo de las ideas que constituyen la base de la ciencia de la administración, Stewart concluye que [la administración de empresas] es una disciplina hueca, inane; la capacidad analítica, la imaginación y la creatividad, habilidades intelectuales muy útiles en los negocios, no se obtienen con los estudios de administración; en cambio –afirma– los desarrolla el estudio de la filosofía.»

¿Es acaso su intención provocar sectarismos entre carreras universitarias, al implicar que una carrera es mejor que otra? Pienso que sería un error interpretarlo de esa manera pues un profesional de la administración de empresas podrá ejercer autocrítica y reconocer casos pertinentes donde tal conclusión resulta cierta. Además, si la administración de empresas requiere humanos y no autómatas para dirigir sus aportaciones a la sociedad, entonces podemos acordar que el ejercicio filosófico es un medio para desarrollar las facultades de tales humanos.

Por supuesto, no es popular ver en el periódico un anuncio solicitando filósofos para un empleo en administración de empresas. Y, según el artículo referido, tampoco sería una buena señal de que el filosofar se esté usando para lo que sirve. Es decir, según dicen, los sofistas en los tiempos de Sócrates se hacían pasar por filósofos y por grandes maestros de la persuasión, ofreciendo sus servicios al mejor postor sin importar lo justo o lo deleznable de los fines. Algunos otros, como Sócrates, los enfrentaron pues usaban la retórica sin ninguna substancia y sólo para beneficio personal. Entonces, el filosofar es algo como buscar la virtud, según Sócrates y otros como Platón y Aristóteles, y no para conseguir fines egoístas. ¿Y buscar la virtud es algo que puede servir en el trabajo diario? Hay quienes dicen que sí. Yo también lo veo así. Identificar nuestros propios vicios e intentar expresar en qué consisten, y cómo son diferentes entre ellos no es una cosa fácil. Desarrollar virtudes es duro. Quizá por eso el filosofar no es popular. Hay caminos más fáciles, como los que ofrecen las religiones institucionales, que son mucho más populares pues ofertar un esquema del todo determinado, pero no determinado por el individuo mismo.

Si las empresas en la industria sólo reciben trabajadores obedientes, casi autómatas, y no personas creativas, es debido a que históricamente eso es lo que han demandado de las instituciones educativas. Quizá funcionó para la revolución industrial, donde se necesitaban personas que actuaran como parte de una máquina, haciendo sólo tareas repetitivas y mecánicas. Ahora, en esta llamada era de la información y del trabajo intelectual, se requiere otro perfil en muchos empleos. Sin embargo, la inercia social es muy fuerte. Aún el esquema laboral asemeja líneas de producción incluso en los trabajos de creación de software, donde supuestamente viven y aclaman la tecnología de punta —podrá ser cierto pero definitivamente no se vive con la mentalidad de punta.

Cuando la industria necesita obediencia, yo suelo diseñar y crear sistemas autómatas que sigan al pie de la letra lo que yo les indique. Pero es un error usar personas para lo que las máquinas hacen mejor. Se requiere otro perfil de gerentes, directivos y empleados para sacar provecho de lo que personas no-domesticadas (no-educadas y no-cultivadas en las granjas educativas actuales) puedan lograr con sus facultades desarrolladas. Pero el costo es estar dispuestos a abandonar la ilusión del control que tanto veneran los gerentes, directivos y empleados del perfil imperante.

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