Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Sunday, October 19, 2014

Sobre «Dios» — El anzuelo del cristianismo: lo sobrenatural


El cristianismo es un muy importante conjunto de religiones. Entre más entendamos al cristianismo, más entenderemos la realidad de la cultura que nos rodea, al menos en las regiones del mundo donde el cristianismo ha tenido una influencia histórica notable.

El cristianismo es atractivo por muchas razones. El cristianismo ejerce una atracción por su mensaje de redención dirigido no a todos sino a quienes reconozcan su necesidad de redención. El cristianismo dirige ese mensaje a lo dañado de la sociedad, no a lo sano. Lo sano en la sociedad no necesita cristianismo, lo sano no necesita redención ni rescate alguno, lo sano sólo es y sólo necesita seguir siendo lo que ya es. Sólo aquellos que necesitan redención son los que necesitan cristianismo.

Si el humano es un animal cualquiera entre los demás, si sólo es un primate más, entonces no requiere mayor redención que la que necesitan las demás especies. Pero en el cristianismo el humano no es una especie cualquiera sino el pináculo de todo lo viviente, la especie hegemónica, suprema, ante la cual las demás especies permanecen sometidas y sujetas a la disposición que de ellas haga la especie suprema, la especie humana. Según el cristianismo, el humano está en una posición jerárquica, por encima de toda la naturaleza, y sólo debajo del ámbito sobrenatural paradisiaco. En el cristianismo el humano es un ser especial, es el consorte de un romance eterno sellado por el sacrificio divino realizado por un seductor omnipotente e irresistible.

Sin embargo, el humano comparte una misma realidad biológica con el resto de las especies y está sujeto a las mismas vicisitudes naturales, como el hambre, el frío, la intemperie, la enfermedad, la vejez y, finalmente, la muerte. Al enfrentar la posibilidad de tan sólo ser un animal más entre los demás, no pocos humanos quizá han considerado la atractiva oferta que les ofrece el cristianismo: ser parte de una especie suprema y especial con tan sólo aceptar una posición jerárquica por debajo de los designios divinos sobrenaturales; uno de los cuales es reconocer la necesidad de redención.

El atractivo del cristianismo, en parte, no es que ayude a vivir de manera tolerable en una brutal realidad natural —cosa que la filosofía moral, secular y laica, bien puede lograr— sino que ofrece al humano la posibilidad de verse a sí mismo por encima de todo lo natural.

El atractivo sobrenatural del cristianismo ha ejercido una irresistible atracción tal que grandes masas sociales a lo largo de la historia lo han no sólo aceptado sino, además, propagado e impuesto sobre adultos e infantes por igual a costa de lo que sea, aún si haya sido necesario derramar hasta la última gota de sangre para su preservación y expansión.

No es un secreto que la fuerza de atracción del cristianismo ha sido utilizada con frecuencia por pequeñas elites de poder para fines demagógicos, de política turbia y anfibológica, de doble o triple moral, cual anzuelo que muerden no pocos incautos que asumen acríticamente que están atrapando una vida eterna sobrenatural.

El conjunto de ideologías religiosas que son el cristianismo se encuentran por doquier en nuestra sociedad y, como con cualquiera otra ideología, es necesario que el individuo reflexivo ejerza sus facultades críticas para indagar la realidad de cada asunto y cada mensaje que se le presente con presunciones exageradas, como la realidad de un supuesto mundo sobrenatural.

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