Marco A. Dorantes

Este es uno de mis primeros blogs* (aquí hay una lista de mis blogs sobre temas de mi interés).
Además, mis aportaciones en un seminario de introducción a la Filosofía.
*blog es una contracción de weblog: un diario o bitácora pública como medio de expresión personal.

Sunday, November 11, 2012

El color no existe

No sabemos cómo es la realidad exterior a la vida cerebral humana, del exterior tan sólo sabemos lo que nuestra percepción presenta a nuestra consciencia. Esto podrá ser una verdad de Perogrullo para algunos neurocientíficos o para el sentido “común” de alguien que se haya expuesto al nivel más básico en filosofía, pero para quienes no tenemos ese tipo de formación quizá cause sorpresa saberlo. Por lo cual me parece pertinente mantener la pregunta: ¿cuán confiable es nuestra percepción de la realidad?

Por ejemplo, algunos científicos profesionales tienen muy claro que los colores no existen en la realidad afuera de nuestra vida cerebral, o por lo menos no contamos con una justificación para afirmar que lo sabemos pues ningún humano puede saber cómo es la realidad afuera de la vida cerebral humana. Podemos saber mucho acerca de, por ejemplo, las hormigas pero no sabemos cómo percibe la realidad una hormiga, o de qué color. Desde luego, por los métodos de la ciencia podemos llegar a una creencia cierta justificada, es decir podemos llegar a un conocimiento confiable del asunto pero no a una opinión absoluta, inmutable e incorregible.

Pero quienes no somos científicos profesionales quizá no tenemos claro el porqué de la frase «los colores no existen», siendo tan obvio que nuestro sentido de la vista presenta la realidad tal cual es, ¿o no?

En esa última pregunta radica, para mí, lo relevante del asunto; y me parece relevante por su relación con el aprendizaje, es decir con la mejora o el cambio de nuestras opiniones y nuestra conducta. Si no hay pregunta o cuestionamiento, aun ante las cosas más obvias, entonces se cierra un gran número de posibilidades de ser, de conocer, y de actuar. Sin pregunta o sin cuestionamiento estamos confinados a las estrechas interpretaciones que provienen del realismo ingenuo; el cual afirma: «la realidad es tal cual yo la percibo» —pero, con demasiada frecuencia por desgracia, eso termina aceptando a la mera apariencia como la realidad total.

La demostración de la inexistencia externa de los colores podría provocar todo tipo de reacciones: podría tomarse como una mera curiosidad o juego psicológico sin importancia, o podría tomarse como algo que provoca una disonancia cognitiva considerable; ante la cual el cerebro se defienda con otro mecanismo de autoprotección: la negación. “¡No puede ser! Simplemente no puede ser que todo este tiempo haya estado equivocado o ignorante de la realidad. Por fuerza entonces, la realidad es como siempre la he creído y los equivocados son otros, no yo.

Por otro lado, la reflexión acerca de los límites neurobiológicos para interpretar la realidad podría conducir a niveles más adecuados de sobriedad ante nuestras propias opiniones, y ante el respaldo de las mismas, no sólo en el tema de los colores sino ante lo que creemos conocer, aun si lo tenemos por muy cierto, y que tenga mucha importancia personal. Sobre todo porque lo que parece muy intuitivo con frecuencia se confirma como lo contrario pues la realidad, en ocasiones, es contra-intuitiva. Por muchos siglos, y para mucha gente, pareció bastante intuitivo que la Tierra era plana.

Otra reacción posible es descartar de un plumazo el asunto espetando algo como: “¡Tonterías, no podemos ir en la vida dudándolo o cuestionándolo todo!”; que en otras palabras es decir que el extremo representado por el escepticismo radical es falso. Pero aquí tendríamos, de nuevo, un problema de malinterpretación. Los “problemas” de la percepción humana, o simplemente los rasgos de su naturaleza, no implican que el escepticismo radical sea cierto. Por el contrario, para todo efecto práctico, que pueda darse por sentado sin consecuencias, el escepticismo radical es falso y no se justifica cuestionar lo obvio. Sin embargo, las implicaciones aquí están relacionadas con la destreza para gobernar nuestra propia atención, y no dudar de todo sino sólo de aquello que sea muy importante para nosotros, de lo que más nos interese aprender e indagar sobre su realidad subyacente. Es decir, la duda es una actitud intelectual poderosa, no la malgastemos en algo que, por el momento, no sea objeto de nuestra atención.

Y a todo esto: si la vista no es del todo confiable, ¿ocurre lo mismo con los otros sentidos? Veamos qué tienen por decir otros en este video:

Test Your Brain Episode 2 - Perception


National Geographic: Test Your Brain Episode 2 -... por procrastinator87

Como un pequeño apoyo para presentar el asunto preparé este archivo.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home